Corres como vives y vives con la cabeza o con el corazón. Con la cabeza aceleras, pero evitas los riesgos, calculas, defiendes y hasta puedes vencer. Si manda el corazón, arriesgas, peleas, atacas y hasta puedes perder. Los pilotos heridos corren como viven, no pueden elegir, sólo escuchan su corazón.