"La única vez que tuve redactada la dimisión fue por la famosa boda de los Reyes a la que fui invitado", nos cuenta Miguel Ángel Revilla, que doce años después del enlace Real se ríe del asunto, pero que lo pasó en su momento francamente mal. "Acostumbrado a las bodas de Cantabria, pensaba que en una boda de tanto troneo iba a ser fuerte", dice el presidente de Cantabria hablando del menú nupcial. Y fue eso, hablar de la escasa comida que sirvieron en el enlace lo que metió en problemas a Revilla.
Miguel Ángel Revilla reconoce en su charla con Bertín Osborne en 'Mi casa es la tuya' que al día siguiente de la boda de Felipe y Letizia cometió el error de relatar el convite en un programa cántabro. Alucinado, aún recuerda que se reservó en el cóctel esperando grandes y abundantes platos, pero que le sirvieron una tartaleta diminuta, pularda en salsa ("que es pechuga de pollo") y de postre un bombón. Él cree que no criticó a nadie, pero sus palabras llegaron a 'Crónicas Marcianas' y fue "a hundirme", cuenta. "Sólo uno tuvo piedad, Boris Izaguirre", dice.
¿Qué salvó a Miguel Ángel Revilla para que siguiera en su cargo? Dos cosas: que recibía ovaciones cada vez que salía a la calle y que Juan Carlos I se tomó a broma el asunto: "Me puso la mano por detrás y me dijo al oído 'qué razón tenías Revilla, qué mal nos dieron de comer". El episodio se había convertido ya en cosa del pasado, pero Aurora todavía intenta quitarle hierro y se deshace en hablar bien del enlace: "Yo lo vi todo bien, todos guapos y bien".
Y si la boda de Felipe y Letizia fue su momento más duro, el más doloroso fue el escribirle una carta a la que no obtuvo respuesta a Sonsoles, la mujer de José Luis Rodríguez Zapatero. Según explica el presidente de Cantabria, trataba de convencer a Zapatero para que pasara las vacaciones de verano en su región, pero éste le emplazó a convencer a su mujer. "En las vacaciones yo no pinto nada", le confesó el de Valladolid, y le escribió una carta "preciosa", "que aún conserva una copia", "de tres folios"... que ella nunca contestó.
El presidente de Cantabria ha destapado en 'Mi casa es la tuya' que en Ferraz, en la sede del PSOE, la última carta que envió a Pedro Sánchez regresó con destinatario desconocido, que cuando piensa en si existe Dios termina creyendo en la naturaleza y hablando de los dinosaurios, que le hubiera encantado saber cantar y, mirando a los ojos de su mujer, Aurora, le ha prometido que nunca le ha sido infiel.
¿El momentazo de Bertín Osborne? Permitirnos descubrir que tiene un horrible vértigo, hasta el punto de sentarse en el suelo del teléferico para, en vez de disfrutar del paisaje, esconderse y mirar al cielo para no ser consciente de que tenía que estar tres minutos en las alturas. "Mi madre se sentaba en los ascensores", se justifica Bertín, asegurando que el vértigo es una enfermedad genética, bromea.