Las risas con Fernando Romay, por general, están aseguradas. Más aún cuando cuenta anécdotas que tan sólo podían pasarle a él. Sin pelos en la lengua Romay se ha sentido entre amigos y ha querido recordar una de los momentos escatológicos en el que peor lo ha pasado. Subido a un avión, tras una gran cominola y con el estómago lleno de gases... La anécdota de Romay fue una bomba de relojería para sus compañeros de equipo.