Antes de lanzarse al mundo del toro, Juan José siguió los pasos de su padre y le ayudaba en el negocio del pan. El torero repartía pan por una de las barriadas de Jerez y el destino quiso que en el número 8 de la calle uve encontrará al amor de su vida. Por aquel entonces, Lydia era una niña de 14 años y él comenzó a sembrar su amor. Cada día le entregaba a su madre un bollito de pan para que se lo diera a ella: “Este bollito para la niña que hasta que no la ponga grande no vengo a por ella, me voy a casar con ella”.