Mientras cocinan, Aurora le cuenta a Bertín Osborne cómo fue su historia de amor con Enrique Morente, él payo y ella gitana: “Fue un bombazo, fuimos unas de las primeras parejas que nos casamos siendo gitanos y payos y ya sabes lo que pasa…”, reconoce la mujer. No fue nada fácil. “Mi marido era buena persona, pero claro… no era gitano. Me costó trabajo” que lo reconocieran en la familia.
Aurora cuenta que se conocieron en un tablao, donde ella bailaba. Empezaron a salir a escondidas, el padre de ella se negaba en rotundo, y cuando llevaban un año viéndose, Enrique fue a buscarla al tablao “y cuando me ve salir me dice ‘mira pelota, que no aguanto más vernos a escondidas, no he matado a nadie, si me quieres métete en el coche y nos vamos para Granada”.
Esa fue la arriesgada propuesta que Enrique le hizo a Aurora, pero ¿qué hizo ella? “Me metí en el coche y me vine con él, me escapé, así fue”, confiesa. “Se formó un lío muy grande porque, según íbamos en el coche, no había móviles ni nada, cómo avisaba a mi familia, llamé a Conchi, la mujer del Habichuela, para que se lo dijera a mis padres. A mi madre le iba a dar un infarto, mi padre con la garrota decía ‘lo mato, ¿dónde está?”
Se formó “un lío muy grande”, pero Aurora lo arriesgó todo por vivir su historia de amor con Enrique. Nada más llegar a Granada, subieron para La Alhambra, se sentaron en un banco de piedra y vieron amanecer. Al cabo de unos días llamó a casa y su madre le pidió que volviera a casa. Decidieron entonces regresar y casarse para que sus padres se quedaran tranquilos. Al final terminaron adorando a Enrique.