La obsesión de Sonia con el poder y el dinero le hace llevar al límite de la legalidad sus negocios y busca el apoyo del que podría ser su futuro suegro, alcalde de la ciudad, para conseguir unos terrenos. Aunque su hija Olivia le advierte de que lo que está cometiendo es un delito, ella cree que hay cosas más importantes que cumplir con la ley .
Aunque el alcalde está dispuesto a ayudar a Sonia, decide advertirla de que no está dispuesto a jugársela y le pide que actúen con mucho cuidado para que nadie les descubra. Por otro lado, Pedro le exige a Sonia ganar un porcentaje mayor del negocio que se traen entre manos.
Sonia no está dispuesta a dar su brazo a torcer, lo que hace que Pedro decida amenazar a la empresaria: "O me dais lo que pido, o hablo con el propietario de los terrenos y le digo que pensáis enriquecernos a su costa recalificando los terrenos. Seguro que él os pide más que un mísero 10%", le dice a modo ultimátum.
Para que el negocio le de todo el dinero que ella había planeado, Sonia se la juega y hace el negocio por su cuenta y sin contar con el que iba a ser su socio principal.
Sonia y Pedro se encuentran en el club los 'Olivos' y él la advierte de que algún día pagará por todo lo que ha hecho y por haberle arruinado la vida.