Malú era la única coach que no había cerrado su equipo y no podía evitar la sorpresa cuando escuchaba a María. Cantaba uno de sus temas, Malú sonreía, esperaba, la dejaba cantar… y pulsaba. La coach no podía evitar un gesto de asombro, le había reconocido. En ese momento, María se emocionaba y, entre lágrimas, apenas podía acabar la canción.