“Nos despistan esas voces tan grandes”, decía Rosario cuando Lucía se marchaba de plató, “no me podía imaginar que era tan chiquitita, creía que tenía catorce o quince”. Más tarde, la coach confesaba que lo mejor que se lleva a casa es la emoción de los niños, que le dan las gracias cuando se da la vuelta: “No me tienen que dar las gracias, se las tengo que dar yo a ellos porque aprendo mucho con ellos”.