La sonrisa de Orozco surgió casi con los primeros acordes de la guitarra de Sergio. Sus amigos le animaban desde la sala, pero los coaches se retrasaban a la hora de pulsar… Finalmente, fue Malú quien se lanzó al pulsador. Tras su actuación, Bisbal se preguntaba si alguien más había pulsado y Malú no dudó en gritar: “¡No! ¡Es mío!”.