Aunque tiene tablas en el escenario, Damaris confiesa que lo ha pasado fatal hasta que los coaches se han dado la vuelta. No es la primera que habla de ese silencio insoportable antes de la actuación, donde solo se escuchan los propios tacones, y del inestimable apoyo del público. De padre mexicano y madre portorriqueña, Damaris está curtida en ritmo latino, pero el flamenco no es lo suyo. Por eso espera aprender mucho de Rosario, su coach.