Todo era normal en Montepinar hasta que a Antonio Recio se le metió en la cabeza que la Tercera Guerra Mundial iba a estallar y que todos los vecinos morirían por culpa de las altas radiaciones. Por eso, en la junta, propuso crear un búnker en el sótano… ¡pero los vecinos se negaron! El pescadero, que no acepta una negativa, llamó a una empresa para que le construyese el refugio sí o sí. Al enterarse los miembros de la Comunidad le crearon una broma que no tiene desperdicio: ¡qué llega el fin del mundo!