Bruno y Fermín, compañeros de piso
Bruno, atropellado por la soledad tras la marcha de Enrique a EEUU a cuidar a su hijo Dylan, intenta rellenar ese agujero emocional acogiendo a Fermín en su casa y contratándole también de gerente de la cafetería-librería que ha abierto en el local de la esquina. Fermín compaginará este trabajo con la gestión del piso turístico que Lola ha montado en el edificio.
Bruno intentará llevar una vida tranquila y feliz, pero Fermín le arrastrará a las locuras provocadas por su innata curiosidad de pícaro de playa, incluyendo investigar la vida de la inquietante vecina de enfrente y su traumático pasado.
Menchu y Yoli, una cuestión de peso
Yoli, abandonado el vicio de fumar, se entrega al de comer hasta multiplicar su peso por tres. Avergonzada, intenta permanecer oculta de las miradas inquisitivas de los vecinos. Menchu pondrá todo su empeño en ayudar a Yoli a adelgazar para que por fin pueda encontrar un novio que le dé su ansiado nieto.
Fina, en su salsa
A sus 77 años tiene más energía que nunca, y toda la dedica a amargar la vida a los vecinos que le caen mal, sean viejos o nuevos. El centro urbano es su nuevo coto de caza. Será la compañera incansable de Menchu en todas sus aventuras, unas Thelma y Louise de la tercera edad.
Maite y su nueva pareja
Tras cincuenta y un años recién cumplidos, Maite por fin ha conseguido mantener una relación con un hombre “normal”: Alonso, un hombre más joven que ella y empresario de éxito, que es todo lo que Amador nunca fue. Su relación sufrirá un bache cuando Alonso consiga la custodia compartida de sus hijos, Valentina y Enzo. Maite se verá obligada a revivir la maternidad, solo que con los hijos de otro. Entrará en conflicto directo con Inma, la madre de los niños y ex de Alonso, una mujer de difícil carácter que le hará la vida imposible.
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