Justin es un hombre norteamericano de cuarenta y dos años hecho a sí mismo… todo a golpe de bisturí para lograr lo que él considera “la perfección física”. Se ha sometido a más de mil operaciones estéticas y lleva un millón de dólares invertidos en cirugía plástica para convertirse en un Ken. Cristina Tárrega entrevista al muñeco humano en ‘La vida sil filtros’.
Nuestro invitado ha pasado por quirófano en multitud de ocasiones para retocarse pómulos, nariz, labios, mentón, pectorales, brazos, abdomen y hasta que ha sometido a un aumento de piernas a través de veinte implantes. Todo esto ha hecho que su físico cambie considerablemente.
Justin se convierte en el Ken humano tras 1.000 operaciones estéticas y gastarse un millón de dólares
Justin confirma que lleva encima más de mil operaciones y reflexiona sobre la belleza perfecta: “Es algo que debemos considerar nosotros mismos. Para mí, desde que era pequeño, me preocupaba por la estilización del cuerpo humano, me pintaba… y siempre me interesaba conseguir una versión más estilizada del cuerpo humano”.
Nos cuenta que de pequeño admiraba a Michael Jackson y que, por esta razón, “siempre quise convertirme en un personaje así, conseguir esa versión de sí mismo”. Tras todas estas operaciones estéticas, Justin ha conseguido que todo el mundo le llame “el Ken humano”:
“Al principio creo que lo que quería era conseguir un aspecto diferente… me gusta esa imagen positiva de crearme a mí mismo. Yo no estaba buscando ese ideal de belleza, buscaba mi propio estilo, que s eme reconociera por mi mismo. Por eso, cuando en los medios empezaron a llamarme ‘el Ken humano’ me pareció un poco raro. Me costó un tiempo asumirlo y entender aquello. He tenido que aprender a entender y querer esa imagen".
Justin se operó por primera vez a los diecisiete años, retocándose la nariz, aunque sus padres no estaban muy de acuerdo porque aún no era mayor de edad. Comenzó a ganar dinero para pagárselo por sí mismo. Después, se la ha llegado a retocar hasta en cinco ocasiones. Tras esa primera operación, llegaron muchas otras en todo su cuerpo: “Buscaba la diferencia y la calma, aceptarme a mí mismo. Me divertía creando quien yo quería ser”.
“Me gusta buscar esa exageración en todo lo que hago. Así es como empecé a diseñarme implantes. Es una de las cosas por las que más se me conoce. Es divertido implementar esas pequeñas obras de arte en mi cuerpo. No buscaba tener un cuerpo de culturista”, añade. “Quería demostrar que la cirugía plástica no era sólo cosa de mujeres”.