Durante muchos años nos han inculcado el “hacer las cosas bien”, nos han dicho que no debíamos mezclar los colores, que nos teníamos ceñir al modelo del diseño y aspirar a la perfección. Pero ahora las reglas han cambiado. La activación de las conexiones neuronales durante el aprendizaje nada tiene que ver con replicar modelos perfectos, sino más bien con despertar la chispa de la curiosidad y la necesidad de experimentar. Play-Doh lo sabe y lo celebra. Ahora, y coincidiendo con su 65 aniversario, quiere romper con todas esas reglas e invitar a los padres a que desmitifiquen la plastilina mientras juegan con sus hijos.
Lo que antes estaba mal a la hora de jugar con la plastilina, ahora es perfecto. Mezclar colores está bien, pues les permite el aprendizaje de nuevos colores y tonalidades mediante una experiencia multisensorial: tacto, vista y olfato. Hacer dientes de colores y peinados multicolor está bien, porque se potencia la imaginación y la fantasía de los niños acercándoles al arte, pues experimentan creando diseños en tres dimensiones. Usar las herramientas de un playset en otro está bien, desarrollan la concentración y la autonomía, haciendo que se fije la atención en lo que se está haciendo o salirse del contorno también está bien, expresan sus emociones mediante sus creaciones, manifestando su estado de ánimo y la satisfacción personal.
No existe una única manera de usar la plastilina. Cuando se tiene un trozo de plastilina en la mano, los niños dejan volar su imaginación, haciendo composiciones imposibles y expresando su particular versión del mundo. Y eso ¡está muy bien!
Al fin y al cabo, la plastilina Play-Doh tiene un sinfín de beneficios y es una puerta abierta a la diversión y a la creatividad. Siempre de una manera perfectamente imperfecta, pues no existen modelos únicos ni formas de jugar iguales. Y eso es lo que hace que la plastilina sea algo tan especial.