Siete minutos. Dos niños. Pinturas de colores...Cuando todos estos factores se juntan sin una supervisión paterna todo apunta al caos. Paul Schettini lo ha aprendido a la fuerza. Sus hijos le pidieron subir a jugar al piso de arriba y cuando el subió apenas siete minutos más tarde, se encontró que sus hijos habían pintado paredes, muebles e incluso a su perro con pinturas rojas y verdes.