Raquel, el rostro de las farmacéuticas de pueblo que ahora son el salvavidas de muchos
Ella abre su farmacia cuando aún no ha salido el sol y la cierra cuando ya no hay luz
Nieva en Buitrago de Lozoya, en Madrid y a Raquel le espera una jornada maratoniana para que todo el pueblo se quede en casa. "No somos héroes, somos personas que estamos trabajando y que intentamos colaborar", asegura. Ellos también son grandes luchadores contra el coronavirus.
Ella abre su farmacia cuando aún no ha salido el sol y la cierra cuando ya no hay luz. Entonces empieza la ruta por los pueblos. La mayoría de sus clientes son ancianos, algunos en cuarentena. "No me quiero acercar a ellos porque aquí paso muchísimo tiempo expuesta a todo", nos cuenta. Cuando el centro de salud cierra la alternativa y la salvación son ellos.
Hablamos del único servicio de salud que mantiene estos días la actividad presencial. Los consultorios auxiliares se encuentran cerrados y la atención telemática se concentra en los centros de salud. Así, la botica se ha quedado como toda conexión con el sistema sanitario para los vecinos de las localidades más pequeñas. Hablamos de gente mayor, no muy familiarizada con la tecnología. Así que gente como Raquel se ha hecho imprescindible.