Síntomas de la debilidad que produce la anemia
¿Sabes qué es exactamente la anemia, qué la provoca y cuáles son sus síntomas? Aprende a identificarla y a tratarla adecuadamente
La anemia es una dolencia que afecta a millones de personas en todo el mundo. Tu cara refleja muchas de las enfermedades que padeces y el caso de la anemia también ocurre. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay más de 4.000 millones de personas con déficit de hierro (causa principal de la anemia), y se estima que un 15 por ciento de la población mundial padece anemia ferropénica. En los países desarrollados, esta anemia se presenta con mayor frecuencia en lactantes y niños en edad preescolar (10 por ciento), adolescentes (15), mujeres en edad fértil (20), gestantes (40) y ancianos (5), convirtiéndose en un auténtico problema de salud pública. ¿Qué es la anemia, cuáles son sus síntomas y cómo tratarla?
¿Qué es la anemia?
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Según la Sociedad Española de Medicina Interna (Semi), la anemia se define por la cantidad de hemoglobina (Hb) que tiene un individuo, que es la proteína que hay en el interior de los glóbulos rojos. La hemoglobina es la encargada de transportar el oxígeno del pulmón a los tejidos y el anhídrido carbónico (CO2) en sentido contrario. En general, se considera que una persona adulta padece anemia cuando su nivel de hemoglobina es inferior a 12gr/dl en las mujeres y a 13,5gr/dl en los hombres.
Además, es importante saber que el número de glóbulos rojos no tiene que ver en la definición de anemia: una persona puede tener un número normal de glóbulos rojos pero que estén vacíos de hemoglobina.
En cuanto a los síntomas de la anemia, ésta produce cansancio, desgana, menor tolerancia al ejercicio físico, aumento de las pulsaciones, piel pálida o amarillenta... Los síntomas se presentarán de manera más o menos intensa en función de la gravedad del caso, pero sobre todo de la rapidez con la que se produzca. Así, cuando la agravación de la anemia es paulatina (caso más frecuente), el cuerpo crea mecanismos para compensar la situación y llega a tolerar niveles bajos de hemoglobina, por lo que en estos casos pueden presentarse pocos o nulos síntomas.
Los glóbulos rojos se generan en la médula ósea y para producirse necesitan determinadas sustancias, entre ellas el hierro, pero también la vitamina B12, ácido fólico, etc. Estos glóbulos rojos circulan por la sangre transportando oxígeno durante 120 días, tras los cuales son eliminados por el bazo y sustituidos por otros nuevos. Por tanto, la anemia aparece cuando se producen pocos glóbulos rojos, cuando éstos e destruyen antes de tiempo, o cuando se producen hemorragias (de ahí la mayor incidencia de la anemia en el caso de las mujeres en edad fértil, debido al sangrado menstrual).
¿Cómo tratar la anemia?
El tratamiento de la anemia es, cuando se trate de un problema de mala alimentación, bastante sencillo: dado que existe un déficit de una sustancia determinada, tendremos que consumirla para suplir esa carencia, y la más frecuente suele ser la falta de hierro. Sin embargo, las hemorragias son también causa frecuente de anemia. En este caso también es necesario consumir un suplemento de hierro, o bien alterar nuestra dieta par incluir una mayor cantidad de éste. Las mujeres con flujo menstrual abundante tienden a sufrir esta carencia con relativa frecuencia, dadas las pérdidas de sangre a las que se ven sometidas cada mes.
Además, es posible experimentar anemia por falta de vitamina, aunque es muy poco frecuente. Lo mismo se aplica a la anemia por falta de ácido fólico, también poco frecuente porque el fólico, al igual que la vitamina B12, está presente en nuestra dieta en cantidad suficiente. Puede haber algún déficit durante el embarazo, en personas que abusan del alcohol y en las que toman ciertos medicamentos que interfieren en su metabolismo.
También existen anemias relacionadas con enfermedades crónicas: insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca...En estos casos el problema es que la médula ósea no es capaz de utilizar el hierro presente en el cuerpo para producir glóbulos rojos, por lo que el tratamiento no consiste en suministrar más hierro, ya que la causa se encuentra en otra enfermedad.
Por último, existen otros tipos de anemias que se deben a la destrucción prematura de glóbulos rojos. Se trata de las anemias hemolíticas. Entre las causas puede encontrarse posibles alteraciones congénitas de alguno de los componentes del glóbulo rojo. La más frecuente está mediada por autoanticuerpos: el propio organismo produce anticuerpos dirigidos contra sus propios glóbulos rojos.
En general, la mayor parte de las anemias tienen buena solución, aunque ello se vuelve más complicado cuando existe un fallo en la producción de sangre por la médula.