Camarero, una profesión de alto riesgo en la nueva normalidad
A la hora de pedir y de tener contacto con los camareros, los clientes deberían ponérsela
“Para ir a un bar no me la pongo”, dice una cliente, “me parece una atrasura”, dice otra ciudadana. Es que me molesta para hablar, destaca otro cliente. Es la realidad que escuchan muchos camareros hoy día que consideran que la mascarilla ya es como su propio reloj. Ellos sí tienen la obligación de llevarla aunque la imagen más común es ver a la gente tomar el aperitivo sin ellas.
Pero los clientes no piensan lo mismo porque para muchos no deja de ser una tortura ponérsela y quitársela de forma constante aunque algunos reconocen que sí tienen la consideración de ponérsela cuando el camarero le sirve. Es la forma de evitar contagios y de proteger a las personas que en la nueva normalidad han convertido su trabajo en una profesión de alto riesgo.
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La nueva normalidad en las terrazas que implica un aforo limitado, mesas separadas para mantener los dos metros de distancia de seguridad, mascarillas, dispensadores de gel, un máximo de personas en una mesa. Hemos dicho adiós a las cartas sustituidos por los códigos QR, aunque la gente sigue queriendo la carta de toda la vida. Los camareros piden a los clientes que no pierdan conciencia de la gravedad del coronavirus.
No son obligatorias en terrazas, pero debe imperar el sentido común
El uso de las mascarillas no es obligario en las terrazas: "Su uso no será exigible en el desarrollo de actividades que resulten incompatibles, tales como la ingesta de alimentos y bebidas, así como en circunstancias en las que exista una causa de fuerza mayor o situación de necesidad", publicó el Gobierno en el BOE. Los expertos también han considerado siempre que era peor tocar y ponerse y quitarse la mascarilla de forma constante que tener la precaución debida ni echarse gel, que debería ser un complemento que llevemos todos ya al salir a la calle. Otra cosa es intentar ponérsela justo en el momento en el que el camarero nos toma nota o nos sirve.
También alarma el hecho de que la gente no se ponga las mascarillas por la calle. Hay que hacerlo si no se puede mantener la distancia, salvo "personas que presenten algún tipo de dificultad respiratoria que pueda verse agravada por la utilización de la mascarilla y a aquellas cuyo uso se encuentre contraindicado por motivos de salud o discapacidad".