Sólo cinco días antes de llevar un arma al colegio y matar a 17 personas el autor del tiroteo de Florida, Nikolas Cruz, había ido a terapia. Lo llevó su familia de acogida, que incluso había guardado las armas del chaval bajo llave. Pero no sirvió de nada. "No sabíamos que vivíamos bajo el mismo techo que un monstruo", dice consternada la pareja.