Ser feliz en el país de los ansiolíticos: sí se puede y no es un eslógan
Marian Rojas Estapé, autora del 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas'
"La ansiedad y la depresión, grandes enfermedades del siglo XXI"
El consejo: cortar con el enganche constante a los aparatos
Todos queremos ser felices. Si hiciéramos un partido para conseguir la felicidad seguramente sería uno de los más votados. En esa aspiración coincidimos los seres humanos, porque la felicidad no tiene ideología, ni religión, ni edad, ni sexo. El punto es cómo conseguir ese estado, cómo llegar a ese destino. La psiquiatra Marian Rojas Estapé, autora de 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas' (Editorial Espasa) asegura que la felicidad no depende de la realidad en sí, sino de cómo yo la interpreto.
¿Eso no es un poco autoengañarse?
"No, porque la misma realidad, la misma situación, dependiendo de tu estado de ánimo, de cómo has dormido, o de cómo te encuentras emocionalmente, te puede afectar muchísimo un día y otro, que no le des importancia. Una discusión con tu pareja un día que estás bien, que acabas de volver de vacaciones la resuelves en un minuto, pero la misma discusión otro día, que tienes un problema en tu trabajo puede llevar a plantearte la separación. Esa interpretación tú la vas educando. Uno se tiene que conocer y saber cómo reacciona ante el estrés y cuáles son sus factores de estrés, el trabajo o ver a mi familia política o los temas económicos o el dolor. Cuando uno se conoce y sabe cómo funciona su cerebro y aprende a gestionar las emociones que surgen, mejora su vida. Esto ayuda a ver y percibir mejor las cosas buenas que tiene en el entorno."
España es uno de los países de la UE, donde más se consumen ansiolíticos, opiáceos, sedantes y estimulantes. No parece un buen indicador de que seamos muy felices. ¿Por qué hay tanta gente que no es feliz?
"Hay muchísimas causas, múltiples, cada caso es un mundo, pero la felicidad en el fondo no es lo que te pasa, sino cómo interpretas lo que te pasa. A veces escucho historias que a mí me parecen un drama pero esas personas me dices 'lo superé, no me afectó'; y de repente te cuenta otra historia que a mí me parece mucho menos importante, pero esa persona se ha quedado enquistada en algo que le pasó. Es decir, interpretamos la realidad y las cosas que nos pasan cada día, según lo que pensamos de la vida, lo que pensamos ser, según nuestro estado de animo, que está influido por el estado del sueño, las drogas, alcohol, las enfermedades y los tratamientos de las enfermedades, porque hay muchos medicamentos para enfermedades nuevas que como efecto secundario alteran el estado de ánimo, los cambios hormonales, tiroides, paratiroides; hay que tener muy en cuenta que la bioquimica del organismo tiene un impacto directo en el cerebro en muchas ocasiones y hay personas que tienen circunstancias terribles que afecta el estado de ánimo, la genética, gente con familias de depresivos, con algún trastorno mental."
Una sociedad que no sabe desconectar para conectar con nuestro interior pierde su esencia y eso no nos hace ser feliz
La gente lucha por tener un buen trabajo, quieren una pareja, una casa, un coche, dinero, si es posible mucho, y así una larga lista de etcéteras. ¿Esta es la felicidad? Quizá estamos nadando en círculos. La autora del libro que se ha convertido en un superventas responde.
"La felicidad es un camino a lo largo de la vida. Hay épocas muy duras, pero uno tiene la sensación de una cierta felicidad y cada día consiste en poder sacarle jugo a las pequeñas cosas buenas que tiene, disfrutar de las pequeñas alegrías que nos suceden a diario."
Eso es para mí la felicidad. Conectar con las pequeñas cosas buenas y disfrutarlas cada día, cada semana, cada año.
"Hay etapas de mayores dificultades, pero a pesar del día más duro de nuestra vida existen pequeños momentos que si los sabemos ver son capaces de sacarnos una sonrisa", subraya esta especialista que defiende cómo luchar contra la depresión y la ansiedad, "las grandes enfermedades del siglo XXI".
"Vivir instalado de forma sana y equilibrada en el presente habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro, porque cuando vives angustiado en el pasado tiendes a ser depresivo, cuando vives anclado en el futuro tiendes a ser un ansioso. Depresión y ansiedad las grandes enfermedades del siglo XXI. Nos hemos olvidado del presente y las cosas que podemos disfrutar y gestionar están en la vida real.
"La felicidad consiste en encontrar una ecuación equilibrada entre lo que voy consiguiendo en la vida y mis expectativas. Hay que luchar por tener expectativas moderadas, porque cuando tenemos una expectativas desbordantes en lo económico, laboral, amoroso, muchas veces sucede que nos genera grandes dosis de frustración, porque nada llega a la altura de lo que queremos y entonces, a veces tenemos que tener expectativas más realistas e ir disfrutando de los pequeños logros que conseguimos cada día".
A veces tengo la sensación de que hace 20 años éramos más felices, pero ahora vivimos en "la sociedad de la alerta", como la define esta psiquiatra que apunta a ese constante estar enganchado a una pantalla y no a la vida real.
"Ahora mismo hay una obsesión por evitar el dolor y el sufrimiento y de disfrutar de todo sin medida y sin control. Vivimos constantemente enganchados a sensaciones que nos hacen sentirnos vivos, alegres y felices. Es clave entender cómo gestionamos las relaciones con otras personas y cómo enfocamos el trabajo que hacemos, sea el que sea y el otro punto es cómo empleamos nuestro ocio. Las relaciones se han modificado más con las redes sociales: conectamos mejor con una pantalla que con otra persona, tenemos más sensación de soledad, a pesar de que tenemos muchísimos amigos en las redes sociales y gran parte de nuestro ocio se pierde en la pantalla, viendo vídeos, series, contactos, pero el ocio es un bálsamo para la salud."
La felicidad es una palabra muy manida. Yo intento enseñar a la gente a disfrutar de lo bueno y todos los días tienen cosas buenas y las cosas buenas están en la vida real
"El ocio es básico para recuperarnos del estrés. Nuestro cerebro ante el estrés segrega la hormona del cortisol, buena en momento, pero mantenida en el tiempo nos enferma. En los momentos de ocio, de serenidad, de paz de quietud, yo necesito aprender a regular mi organismo para ser capaz de desconectar de todo ese estrés. Si por una parte, no hay ocio, porque no me da la vida ya esto es un drama y la segunda es cuando estoy en la cama, en el autobús estoy enganchado al teléfono estoy en alerta, vivo en una alerta, porque lo que nos llegan al móvil son alertas, que elevan el estrés y el cortisol. Una sociedad donde no sabemos desconectar para conectar con nuestro interior pierde su esencia y eso nos no hace más felices.
¿Se puede entrenar para ser feliz?
"Es un entrenamiento. Todo el mundo puede aprender, pero más que a ser feliz a disfrutar de las cosas buenas de cada día. La felicidad es una palabra muy manida. Yo intento enseñar a la gente a disfrutar de lo bueno y todos los días tienen cosas buenas que están en la vida real. La vida virtual tiene cosas buenas, pero a base de gratificaciones instantáneas, a golpe de clic, chispazos de dopamina que nos generan sensaciones superficiales de que las cosas nos van bien, nos quieren , nos aplauden, pero esto realmente ocurre cuando estamos en la vida real y esto ocurre con un abrazo, cuando conectamos con otras personas, con la naturaleza. Y sí, se puede entrenar para ser feliz y esto se educa".