Reconstruimos los crueles asesinatos de Juan José Pérez Rangel de la mano del detective privado Jorge Colomar. Un hombre que se enfrentó en este caso a los crímenes más aterradores y desconcertantes de su carrera. A un asesino que mata brutalmente a mujeres sin motivo aparente, un asesino que aprovecha la soledad de un parking para acechar a sus presas, una mente enferma obsesionada con el número 15.
El 11 de enero de 2003 marcó un antes y un después en el barrio de Putxet en Barcelona, uno de los mejores barrios de la ciudad. Un barrio residencial en el que mataron a Mª Ángeles, una mujer de 49 años que venía de una familia acomodada y que tenía cuatro hijos, fue una auténtica tragedia, que descolocó a la policía y a los investigadores que se interesaron por el caso. Mª Ángeles entró a recoger su coche y no salió con vida.
Mª Ángeles era una mujer fuerte que se resistió a la agresión, pero su asesino mermó su voluntad a base de cuchilladas. La obligó a bajar hasta la última planta por una escalera del parking que nadie utiliza, la tira por la escalera y una vez en el suelo, la remata a base de golpes con un martillo. Después de acabar con ella quiso ocultar su obra y arrastra su cadáver hasta el hueco de la escalera, pero es en ese lugar dónde aparece un elemento clave para la investigación: una colilla. El cadáver de Mª Ángeles estaba cubierto con una bolsa industrial en la que los investigadores descubrieron una huella palmar. Además, de la colilla y la huella, también contaban con el abrigo de la víctima que presentaba pisadas marcadas con sangre.
Estamos hablando de un asesino extremadamente frío que se recrea contemplando su obra, no es la imagen habitual de un robo, detrás tenía que haber algo más.
En el momento del levantamiento del cadáver de Mª Ángeles, su marido Antonio Melero recibió un mensaje desde el móvil de su esposa que decía “Me encuentro bien pero no iré a dormir”. Algo que a la policía no le parecía coherente al igual que el agresor se llevara el bolso de la víctima, sacara 300€ en un cajero cercano y que no se llevara otros objetos de valor de la víctima.
Mientras que la familia procedía a enterrar los restos de la víctima, el marido de Mª Ángeles recibió una llamada de alguien que le pedía dinero a cambiar de contarle lo que realmente le había pasado a su mujer en concreto, le pidieron 2.000€. Ya con la policía al tanto de la situación, Antonio quedó con esa persona en el Bare Nostrum, dónde le pidió que dejara el dinero el cuarto de baño. Minutos después, el supuesto informador o asesino le llamó por teléfono de nuevo y le pidió que cogiera el dinero y se lo llevara a una camina que estaba a un par de manzanas. Un paseo que para Antonio Melero resultó aterrador y que terminó con una llamada de la policía pidiéndole que se marchara.
22 de enero: el asesino vuelve a matar
Tan solo diez días después, Mayte de Diego, es asesinada en el mismo parking de Putxet. Las dos son rubias, elegantes, atractivas y las dos aparcan su coche en la plaza número 15, pero en diferentes plantas. El miedo se apoderó del vecindario y la policía tuvo la sensación de que se enfrentaban a un asesino en serie. Mayte tenía 46 años, un hijo y era propietaria de un gimnasio cercano al parking.
La escena del crimen de Mayte estaba perfeccionada, el asesino quería perfeccionar su crimen. Era deportista, una mujer fuerte, pero cuando se enfrenta al asesino se queda paralizada por el terror y no mostró ningún tipo de resistencia. Le ató las muñecas con unas esposas y desde ese momento la trató como a una auténtica marioneta para crear su propia película. Con una cuerda le ató los pies, le puso una bolsa en la cabeza y desde ese momento la golpea hasta terminar con su vida, se pudieron contabilizar hasta 27 golpes.
Ruperto Bilbao, el marido de Mayte, era desconcertante, no paraba de salir en los medios y la policía descubrió que contaba con antecedentes penales. Se convirtió en sospechoso. Sin embargo, de las coincidencias entre las dos víctimas surge la hipótesis de que fueran víctimas de un sicario que en un primer momento se hubiera equivocado de mujer. Pero hay cosas que no cuadran en la teoría del profesional porque un sicario nunca hubiera tirado la colilla o hubiera utilizado la tarjeta de la víctima. Seguían existiendo demasiados cabos sueltos.
Las pistas que llevaron al asesino del parking
Al igual que hizo con su primera víctima, el asesino sacó dinero con las tarjetas de crédito de Mayte y aunque en ese momento los cajeros automáticos no tenían cámaras, las cámaras de dentro de la sucursal tenían una imagen que se convirtió en la principal pista de la policía. El asesino no consiguió obtener dinero y se marchó a la calle Fotanella dónde lo intentó de nuevo, algo que permitió volverle a registrar con las cámaras de un centro comercial durante su recorrido. Las imágenes no mostraban su cara, pero sí un rasgo fundamental de su fisonomía, su incipiente coronilla. Sabían cómo iba vestido y cuál era su fisionomía, pero a la policía no sabía cómo se había desplazado hasta el segundo cajero por lo que comprobó las cámaras del metro para saber si había hecho el trayecto en ese transporte. Tras horas de investigación, descubrieron el rostro del supuesto asesino.
Conociendo la cara del supuesto asesino tocaba buscarle y el Bare Nostrum, el bar dónde había acudido el marido de Mª Ángeles a entregar el dinero, fue el lugar dónde la policía tuvo la sensación de que le tenía enfrente por primera vez.
Juan José Pérez Rangel es un joven de 24 años aparentemente normal, que vivía en el barrio de La Mina, uno de los barrios más conflictivo de la ciudad Condal. El sospechoso no se ha criado en una familia desestructurada y ni siquiera tiene antecedentes penales. La policía seguía día y noche a Juan José, pero les faltaba la pieza clave que le relacionara con el parking del Putxet para poderle detener. Una pieza que aportó el gestor del parking quién encontró una fotocopia del DNI del supuesto asesino entre los registros de sus clientes. El asesino estuvo viviendo a escasos 100 metros del parking y alquiló una plaza para guardar su moto. El 30 de enero de 2003, la policía procedió a su detención.
En diciembre de 2004, Perez Rangel es condenado por un jurado popular a 52 años de cárcel por los asesinatos de Mª Ángeles Ribot y Mayte de Diego. La actitud de frialdad que Rangel mantiene durante todo el juicio se rompe únicamente cuando escucha la sentencia que arremete contra el marido de la segunda víctima. En todo momento, Rangel asegura ser inocente y haber trabajado por orden de Ruperto, el marido de Mayte, y pide que se haga justicia porque él sí ha leído el sumario y el marido de la segunda víctima cuenta con 19 detenciones previas
Juan José Pérez Rangel había construido su propia coartada
En diciembre de 2002 Juan José Pérez Rangel se puso en contacto con la agencia Volga para encontrar a una pareja y justo quedó con Elena, una mujer de origen ruso en Barcelona para pasar 15 días juntos y poder conocerse. 15 días que coinciden con las fechas en las que realizaría los dos brutales asesinatos del parking de Putxet.