Christian era la alegrtía de la familia hasta que a los tres años le detectaron un déficit en la hormona del crecimiento. Al ser un niño más bajito que los demás, el pequeño tiene muchos problemas y sus compañeros se ríen de él. Cuando tiene siete años, al pequeño le detectan una nueva enfermedad que le obliga a dejar de hacer deportes, su mayor pasión. Christian llega a decirle a su madre que prefiere morirse a seguir viviendo de hospital en hospital, algo que hizo que su madre se sumergiese en una tremenda crisis y que su abuela Felisa se volcase en sus cuidados. La enfermedad que sufre el pequeño es grave, y los médicos han tratado de hacer que la familia se prepare para un tremendo desenlace.