“Jessica nace en el seno de una familia humilde. No olvida un detalle que su padre se la come a besos, de su madre que le da todos los cuidados y atenciones que puede necesitar. Tiene un hermano, cuando cumple ocho años llega otro hermano. Pero ella y sus hermanos son separados de sus padres, no es capaz de saber los motivos exactos. Vive en la casa cuna de La Milagrosa, en Murcia, con ella ingresan sus hermanos menores pero no son tan conscientes porque son demasiado pequeños. De vez en cuando la llevan a ver el bebé y pasa algunos ratos con su hermano Jonathan, solo es feliz los sábados, cuando sus padres pueden ir a verla.
Lo que no sabe es que esas visitas también van a terminar. Una familia acude al centro y adopta a los tres hermanos. La relación con los padres adoptivos no es del todo buena, ella siente que es un estorbo en esa casa. Sus nuevos padres son muy exigentes, a pesar de todo no saca buenas notas y acaba acudiendo a un centro de menores. Allí siente una liberación y se hace mayor antes de tiempo.
Empieza a buscar a sus padres biológicos, sus padres adoptivos no saben dónde están, solo dicen que eran gentuza y que la abandonaron a ella y a sus hermanos. Cuando está a punto de cumplir los 18 se escapa, pero tiene que volver a casa porque no sabe dónde acudir. Pero vuelve a irse con un chico que conoce. Han pasado tres años, Jessica no vive con ellos y es madre de un niño de dos años. Desea con toda su alma encontrar a sus padres biológicos”.