El padre de Pedro era alcohólico, su madre intentó sacar a sus hijos adelante pero varias desgracias atacaron a la familia. Pedro pronto se puso a trabajar y le daba el dinero a su madre para que pudiera dar de comer a sus hermanos. A los 18 años, empieza a trabajar como camarero en otro pueblo ahí es cuando empieza su calvario. Ve que la droga le hace sacar su lado más extrovertido y le ayuda a olvidarse de lo que sucede en casa. Va cambiando de trabajo pero no de compañero de viaje, la cocaína siempre va con él. A los 24 años le ofrecen trabajar en un club de alterne y pierde el control de su vida. Un traficante le propone distribuir cocaína y le pillan con nueve kilos en el coche. Le sentencian a cárcel. A los tres años sale por buena conducta. Su madre no falta a una sola cita con su hijo en prisión.
Empezará a trabajar en la construcción pero cuando el trabajo flojea vuelve a casa de sus padres. Comienza a tontear con la cocaína y la heroína mientras su madre desconoce el problema. Despierta a su madre de madrugada para pedirle dinero. Vicenta vende las pocas cosas de valor que tiene para dárselo a su hijo.
En este tiempo Vicenta, harta del maltrato de su marido, decide separarse. La navidad de 2010, Pedro toca fondo desesperado, intenta quitarse la vida y pide ayuda a gritos. Desde hace un año y medio no ha probado la droga. Quiere recuperar lo que ha ido dejando en el camino. Se da cuenta d elo que ha hecho sufrir a su madre y tiene la necesidad de pedirle perdón.