La infancia de Alberto no ha sido sencilla. A los cinco años, sus padres ingresaron en prisión y él se tuvo que ir a vivir con su abuela. A medida que creció, Santana se convirtió en un chico difícil. Sin un referente paterno y sin respeto hacia la autoridad, Santana comenzó a cometer pequeños delitos, hasta que a los 16 conoció a Rafa, un educador que le ayudó a reconducir su vida.