El brandy es una de las bebidas más nobles y con más solera de nuestro país. Asociada a los paladares más exigentes y sofisticados (que se lo pregunten al agente James Bond) la versatilidad de este espirituoso ha conducido a una democratización de su sabor, diluyendo ese purismo que lo rodeaba en favor de nuevas formas de consumo que demanda la población más joven. Un perfil de consumidor que se ajusta las bondades de esta carismática bebida que vive un resurgimiento en la escena coctelera de la mano de reconocidos bartenders que reivindican algunos de los cócteles más famosos y atemporales del mundo como el Brandy Alexander (el preferido de la maravillosa Peggy Olson de la serie Mad Men) o El Sidecar, que se te “adosa” al paladar como el vehículo de una rueda al costado de una motocicleta.

En los siglos XVII, XVIII y sobre todo ya en el XIX se consolidó en España la producción de aguardientes con fines comerciales destinados a la exportación, especialmente a los países del norte de Europa, siendo Holanda el principal mercado de aquella época, desde donde se exportaban de nuevo a casi todo el mundo. Con estos antecedentes no es de extrañar que palabras como brandy y holandas procedan de aquel país. Brandy es la adaptación al inglés del término original holandés ‘brandewijn’ (vino quemado) mientras que ‘holandas’ (nombre empleado para denominar a los aguardientes de vino de baja graduación utilizados para la elaboración del Brandy de Jerez) parece ser derivado del nombre del país al que se dirigían la mayor parte de las exportaciones.

La beben los miembros de la familia Bridgerton, la serie de época más popular del momento, lo que ha suscitado un gran interés por el brandy entre sus fans (82 millones de hogares se han enganchado a este drama de época). También aparece en los videoclips de C. Tangana, un artista que combina tradición y modernidad para hacer más sugerente una propuesta que marida con cualquier estilo musical. Exactamente lo mismo sucede con el Brandy que ofrece posibilidades combinatorias muy interesantes con cualquier alimento: cordero, embutidos, sobrasada, alcachofas, frutos secos, quesos (emmental), frutas y dulces como el chocolate.

Este espirituoso se obtiene a través de la destilación del vino y su posterior envejecimiento en barrica. El producto destilado debe permanecer al menos durante un año en barricas de roble, salvo que estas sean de tamaño inferior a mil litros, en cuyo caso ese mínimo se limita a seis meses. Este envejecimiento se puede realizar mediante el método tradicional de criaderas y solera, en el que el espirituoso es trasegado continuamente, o bien puede tener un envejecimiento estático.

"Tipos" de Brandy, a lo largo de la historia, han existido muchos. El agente James Bond, por ejemplo, era todo un experto en brandy, como demuestra en la película "Goldfinger"; y otro “tipo” que es muy de brandy es Paul McCartney, que siente predilección por el cóctel Brandy Alexander.

Pero, gentlemen y músicos a parte, si nos ceñimos a sus indicaciones geográficas, los tipos de verdad de brandy proceden de España, Francia, Italia, Grecia, Alemania, Austria y Eslovaquia. En España, las principales regiones productoras de esta bebida son las de Jerez y Penedés, ambas con indicación geográfica.

Para sumergirnos plenamente en el universo de sensaciones que ofrece este cálido espirituoso, la cata del brandy requiere una serie de pasos para apreciar todos sus registros aromáticos y gustativos.

La realizaremos en un espacio con luz y sin olores para apreciar sus matices, colores, aromas y sabores.

Debe hacerse a temperatura ambiente entre 10 y 15 grados centígrados para degustarlo plenamente.

Podemos apreciar una gran variedad de tonos en función de su envejecimiento: brillantes, caobas, dorados o verdosos.

En los brandys más jóvenes distinguimos notas florales. En los que han tenido un envejecimiento medio destaca la armonía entre fruta y madera, mientras que las especias y notas balsámicas se manifiestan en los brandys con un envejecimiento muy largo.

En boca, el brandy es un spirit que destaca por su calidez y personalidad, su sabor profundo, amplio, suave y con recuerdos a pasas y frutos secos.

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