Kiko Jiménez nació en 1992 y al año “es el divorcio de mis padres, yo no soy consciente de nada, pero a los 5 años es la primera vez que yo lo veo y él estaba en la cárcel… Es la única vez que lo vi. Me acuerdo perfectamente porque era la primera vez que estaba en un sitio así, tengo el recuerdo de un refresco de cola y de verle detrás de un cristal… Lo volví a ver a los diecisiete o dieciocho años, fue decisión mía porque debería conocer a su hijo que bastante se ha perdido de mí”. Así explicaba Kiko la inexistente relación que ha mantenido con su padre. Actualmente asegura no saber si sigue en prisión, pero está dispuesto a que las cosas cambien si todavía está a tiempo: “Estaba paseando al perro con Sofía y apareció una señora mayor que se puso a llorar y me dijo que era mi tía. Me dijo que estaba muy mal, me dio un teléfono y me dijo que su último deseo era hablar conmigo antes de morir. A los dos días entré en ‘Gran Hermano’ y no llamé”.
El VIP tiene un recuerdo dulce de su infancia y siente una gran admiración por el esfuerzo que siempre han hecho su madre y sus abuelos para sacarle adelante, tenían miedo de que se torciera: “Mi madre es una persona mileurista, ha tenido que trabajar para sacarme adelante… Mi padre fue mi abuelo, gracias a él soy quién soy y tengo unos valores… Veían gestos de que pudiera salir como mi padre, pero pasa la adolescencia, me voy a Granada a estudiar y tengo una vida normal… Allí unos compañeros me dijeron de presentarme a ‘Mujeres y hombres y viceversa’, era verano, me picó la curiosidad y me fui para allá… En ese momento todo cambió, yo tenía mi ilusión de montar una clínica, pero todo cambió… Cuando salgo en televisión Sofía era anónima y se puso en contacto conmigo. Me voy a su tierra, nos conocemos, pasamos la noche juntos, luego se vino a Madrid, empezamos una mini relación… No sé lo que pasó, éramos muy, muy jóvenes… Se queda en el aire, yo me enfado con ella”.