Manuel: ¡Hola mami!
Raquel: ¿Eres tú mi vida?
Manuel: Quién va a ser tu vida si no soy yo.
Raquel: ¿Cómo estás tú?
Manuel: Mamá, te pido que me escuches.
Raquel: No, quiero saber cómo estás tú.
Manuel: Escucha lo que te voy a decir: estoy genial, como nunca has estado, estoy súper orgulloso y encantado de ser tu ídolo. ¿Me oyes? ¿Me estás oyendo? Lo único que quiero, si de verdad me quieres, es que no abandones.
Raquel: No quiero que sufras, te quiero.
Manuel: No tienes que abandonar, eres una campeona.
Raquel: Soy campeona aunque me vaya, pero no quiero estar aquí porque van a hablar de ti.
Manuel: Este concurso es tuyo, tienes que seguir hasta que el público esté contigo.
Raquel: Da igual el público, mi vida sois vosotros.
Manuel: Estoy aquí, mi hermana, tu familia, tus padres y hermanos te queremos y adoramos.
Raquel: ¿No entiendes que cuando me pida un masaje le voy a tirar el aceite en la cara?
Manuel: Contrólate, demuestra cómo eres, que personas como ella deben besarte los pies, y no permitas que esa persona te ponga en la calle, que lo haga el público.
Raquel: Pero van a hablar de ti…
Manuel: Te pido que me oigas, que te tranquilices, que estoy genial y quiero que te quedes.
Raquel: Sé que me engañas.
Manuel: No te engaño, por favor, no te estoy engañando, estoy genial, te estamos viendo.
Raquel: Pero si no se me ve, me lo han dicho.
Manuel: Como que no, eres una campeona, estoy más orgulloso que nunca, te estoy valorando como nunca lo he hecho.
Raquel: A parte de cocinar, digo lo que siento, gasto bromas, me divierto, hago el payaso, me lo estoy pasando bien y mira lo que dicen.
Manuel: Hay mucha gente, el público es soberano y tiene opinión, la gente te ve en el 24 horas y te quiere. Eres genial y eso es lo que quiero que demuestres.
Raquel: Te quiero, no sufras.
Manuel: No hay nada por lo que sufrir, adelante siempre, te adoro.