En esta obra, de apenas setenta y ocho páginas de extensión, con una fuente de tamaño desorbitado y un extraño uso de las mayúsculas y las comas, Gerardo da un repaso a su vida amorosa desde su más tierna infancia. Como podíamos esperar por su título, los símiles taurinos son bastante abundantes. Según nuestro doble B, el ligue y el toreo son dos artes parecidos:
"La atracción hacia las chicas iba en aumento, y el pito empezaba a funcionar, por lo que me dispuse a coger los trastos de torear y, como un maletilla, me preparé para empezar mis cacerías... los primeros meses solamente nos atrevíamos a mirar los toros desde la barrera, ni siquiera éramos capaces de gritarles desde la grada"
Según nos cuenta, acudió algunos años a un colegio de Opus , donde aprendió a masturbarse gracias a un profesor:
"Tengo que contar un gran secreto, cuando y por qué fue mi primera masturbación, estaba en tercero de BUP, en la clase de religión, y no se me olvidarán las palabras del profesor:-Masturbarse es un pecado muy, muy, muy placentero... Llegue a casa y no tuve más remedio que buscar eso que era tan placentero. Desde aquí agradezco al cura del Opus que con su discurso consiguió que empezase a descubrir los secretos de mi cuerpo. La masturbación es culminar la faena con toreo de salón".
Estos primeros años de experiencias con el otro sexo se caracterizaron por la facilidad con la que el madrileño conseguía atraer a las jovencitas, ganándose el mote de Billy el rápido y llegando a estar con varias en una misma noche:
"La encontramos, saqué la muleta y a los tres minutos mis labios se unían a los suyos. Todos me llamaban "Billy el rápido". La belleza, el poderío, la clase, la nobleza del toro hacen que el torero decida llevar la lidia del toro desde el principio al final cuidándolo al máximo para que nada ni nadie lo estropee... era mi primer doblete y los opusinos se quedaron de piedra".
Gerardo afirma que aún era virgen con ventiún años, y que tenía que parar los pies a sus muchas parejas para no terminar en la cama:
"Estando en varias ocasiones desnudos y muy calientes, algo me decía que tenía que esperar... La primera vez no duré ni dos minutos. A los tres minutos, me puse otro preservativo (yo controlaba el tiempo de duración por las canciones de Julio Iglesias), esta vez fue poco más de una canción. La tercera vez llegué a cuatro canciones. Estuve un fin de semana con ella sin salir del apartamento, jugando al parchís, y el que ganaba elegía postura".
Pronto tuvo claro sus prácticas favoritas, como nos cuenta sin tipo de reparo:
"¡TENÍA QUE CONSEGUIR QUE POR FIN ALGUIEN ME HICIESE EL AMOR CON LA BOCA! El adjetivo para definirlo es DELICIOSO, es una de las sensaciones más agradables que existen, y en esa ocasión fue algo impresionante".
Durante estos primeros años, el yate de su padre se convirtió en uno de sus lugares favoritos para intimar con sus, según él, numerosísimas conquistas.
Nuestro concursante no sólo comparte sus experiencias, sino también sus reflexiones personales:"¡VIVA EL DEPORTE!". El apoderado nos aconseja no beber, no ser celoso y no jamás ser infieles a su pareja. Tratando de ser fiel a sus premisas, solía advertir a sus parejas que el no buscaba nada serio y su relación era solo sexual y sólo sería de unos días, coincidiendo en esto con la actitud de Arturo. También descubrimos que cree en Dios y la otra vida (como bien demostró a Tatiana) y nos regala un sabio consejo: "CUIDADO CON LOS MÉDICOS".
Por supuesto, un semental como Gerardo ha disfrutado del cariño de chicas de diferentes nacionalidades, o como nos cuenta él en su libro:
"CHAVALES, ESTA NOCHE TOROS MEXICANOS". Con su amante mexicana y con su desahogada situación económica, Prager se escapó diez días a París con el beneplácito de sus padres.
Gerardo no olvida al servicio y tiene palabras amables para Assia, "la chica marroquí que trabaja en mi casa, que es como de la familia".
Como decía Raphael, todas las chicas le gustan a Prager, un hombre más que experimentado en las artes amatorias:
"Me he enrollado con chicas gordas, flacas, feas, guapas, simpáticas, bordes, normales, raras, superficiales, complejas, bastas, finas, elegantes, simples... pero como dicen, en la VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO. Eso sí, nunca he sido capaz de reírme de ninguna".
Dicha variedad tiene reflejo en esta obra, por ejemplo, cuando cuenta sus experiencias en un club de alterne de Colonia, Alemania. Eso sí, nos asegura que tan sólo conversó con una de las prostitutas que le cayó especialmente bien.
Los últimos capítulos de esta obra maestra de la literatura tratan de la "retirada de los ruedos" del concursante, propiciada por su matrimonio, y del posterior fracaso de éste. En esta
ocasión, el toreado fue él:
"Esa frase fue el muletazo que me han dado en mi vida que más profundo me ha llegado, entré de lleno en su multa... sólo era cuestión de esperar para meter la espada hasta el fondo".
Prager se casó apenas dos meses después de conocer a su amada y se divorció tras apenas catorce meses de convivencia:
"Lo importante es encontrar a la pareja adecuada y vivir con ella... si se opta por el matrimonio, recomiendo la separación de bienes"
Ligar... torear... termina con la "vuelta a los ruedos de Gerardo, de nuevo soltero y sin compromiso, estado en el que entró en la casa de Guadalix, aunque ahora "busca torear menos pero con mucha más calidad, lidiando sólo aquellas corridas de gran prestigio".
Además, nos cuenta las novedades en su regreso a las faenas, alabando el uso del móvil y sintiéndose desconcertado ante las actitudes femeninas: "ahora mismo las mujeres ejercen en muchas más ocasiones de toreros y los hombres de toros, con lo cual estaba un poco descentrado". Cualquiera diría que estuvo casado veinte años, cuando ni siquiera llegó a un par. Entre sus últimas confesiones destaca su descubrimiento con casi treinta años del botellón, del cual se declara fan.
¿Regalará Gerardo un ejemplar de su libro a Saray? ¿Se decidirá a escribir uno nuevo detallando su paso por el concurso? Soñar es gratis, amigos.