La suspicacia de Kristian con Sonia ha alcanzado niveles nunca vistos. En la fiesta se molestó simplemente porque la canaria le había tocado su generosa mata de pelo. Al parecer odia que le encuentren canas. A partir de aquello solo respondía con desdén a todos sus mimos.
“Afloja, relájate”, le pidió Sonia, pero la riña no había hecho más que empezar. En medio de un tonteo, el pelocho le soltó en un tono más bien borde “me estás provocando”, a lo que ella replicó “voy a quedar como una buscona, como un zorrón, provocadora…”. No se lo decía en serio, pero lo mismo le daba al encelado muchacho.
Enfadadísimo y cerrándose en banda a la explicaciones de Sonia, Kristian repetía una y otra vez que jamás le había dicho cosas tan feas y que le estaba haciendo quedar como el malo de la película. Alucinada por el comportamiento del 'pelos locos', terminó dejándolo por imposible, no sin antes advertirle: “Se me está acabando la paciencia, ¿pero de qué vas?, ¿quién te ha dicho que seas el malo?”.
A la mañana siguiente, Sonia le daba un ultimátum al entrenador: “Paso de llevarme ‘espantones’ o que tu escuches lo que te salga del pito”. Con los ánimos más calmados, la pareja lograba salvar su relación, esta vez sin malentendidos, en su lugar favorito para las confidencias, la cabina de radio GH.
El ‘pelocho’ le abrió su corazón a Sonia, supuestamente bajo hipnosis: “No tenía previsto enamorarme aunque últimamente no estoy muy cómodo”. El entrenador entonó el mea culpa, admitiendo que sus continuos enfados están estropeando su experiencia en Gran Hermano. Además dejó claro que no consideraba su relación con Sonia como algo transitorio.