No queremos parecer pesados hablando de Kristian y Sonia, pero una vez más lo hacemos por dos motivos. El primero, porque sabemos lo mucho que disfrutáis con este flirteo que, si la expulsión no lo remedia, acabará en uno de los mayores idilios de la historia de GH. El segundo es que, cuando pensamos que ya conocíamos el juego de esta pareja, las reglas dan un giro de 180 grados.
Ahora es Sonia la que persigue a Kristian. “He tenido muy mal día por tu culpa, porque no soporto que no me hables”, le ha dicho, boca con boca, en el sofá. Resulta que el pelocho ha decidido pasar de ella una poco más, pero no por miedo a enamorarse, explica, sino por miedo a enamorarla.
Así, Sonia ha pasado la noche más fría desde que está en Gran Hermano sin el calorcito que dan las rastas y los brazos de su chico. Al día siguiente se resarce con una sesión de tocamiento y besos que rozaban la boca. “Te como”, le susurra con acentazo canario. Con semejante tratamiento, el entrenador se pone en plan burro y empieza a glosar sobre ese trasero que acaricia furtivamente: “Qué culito tienes… Vaya culo… Te como, como dices tú”.
Después del magreo, ha venido la revelación más importante, donde la morena ha confesado que Kristian podría haber sido su novio en otro tiempo y lugar: “Si me hubieras conocido en la cañada (barrio de Las Palmas), estarías conmigo ahora”.
Todo apunta a que Miguel, el novio, es el úncio que impide esta relación. Pero ahí donde Kristian ve un obstánculo insalvable, Noe, que además de bruja y reina cotilla oficial, es agente doble de Sonia, le anima a no perder la esperanza: "Ella se puede enamorar de ti también, no es ninguna broma, y darse cuenta que en realidad no está tan enamorada del de fuera".