Tras su enfrentamiento con Bárbara, Miguel se ha dado cuenta de que ni ella ni Pablo son santo de su devoción. Cree que Pablo es un lobo con piel de cordero y que juega con su aspecto de niño bueno para meter cizaña en todos los grupos mientras que hace pensar todo lo contrario. Respecto a Bárbara, tiene claro que no le gusta porque desvirtúa la realidad y la modifica a su antojo. De momento, no quiere cazar al lobo, pero sí se le ha metido en la cabeza que le va a desenmascarar. Por su parte, Pablo tiene la sensación de que Miguel es un hombre demasiado frío, que juega con los sentimientos de sus compañeros: “Es un aura extraña, siniestra y misteriosa”.