“Venga Clara, que es tu oportunidad para predicar con ejemplo, limpia”, le decía la azafata, “No te preocupes Adara, que se te va a caer la casa de mier**”, contestaba Clara. La cosa se iba calentando y, una vez más, ambas de pie y con aspavientos se chillaban. “Te las vas a comer dobladas, como te las estás comiendo, de dos en dos”, gritaba Clara.