Una de las justificaciones que más veces he escuchado a familiares y amigos de las víctimas es: "No se comporta igual en la casa, que fuera. Dentro ha cambiado. Ella no es así". Esta vez, la madre de Sindia asegura que su hija "no es así". Después la madre de Sergio dice que no, que los dos "están distintos". Más tarde, se tiraban puñaladas como si se tirasen confeti. Mucha tensión en el plató, que parecía aquello el bautizo de un gremlin. También la entrevista ha ido por los cambios de personalidad, hasta que se ha convertido en un veredicto romano sobre el machismo, sólo que el personal, en lugar de apuntar con el pulgar, aplaudía. A favor y en contra.
La otra justificación que más escucho a familiares y amigos de las víctimas es justo la contraria: "no, no, ella siempre ha sido así". Encima insisten, por mucho que todos estemos viendo que la víctima no actúa igual que al principio. Negar la mayor, dice mi padre.
Noemí ha elevado el arte de negar la mayor a cotas incomprensibles para el ser humano. Pero decir que Sindia o Sergio no son así porque están dentro de la casa y se comportan distinto, también es negar la mayor, porque si algo tiene este programa es que es una máquina de revelar.
Pon que me equivoco en el trabajo. Algo se me olvida, por ejemplo. Es un error sin importancia, pero el jefe pregunta. Así que puedo decir que se me ha pasado, que ahora me pongo, o puedo negar la mayor. Digo que se me ha pasado. ¿Me convierte esto en alguien sincero? No necesariamente.
Pero si la misma persona comete un error grave, algo que le puede costar el empleo, y asegura que es culpa suya, parece un poco más sincero que en el otro caso. Eres lo que haces, decía Aristóteles.
Los antecedentes sugieren que Noemí mentiría y que Alessandro . Es la comparación lo que engorila, no si Noemí está en su derecho (o en sus cabales). Por supuesto que está en su derecho de echarle un orégano a quien ella quiera, y de contar lo que quiera contar, pero miente y traiciona. Es que para ella no es una traición, dirá el amigo lector. Da lo mismo, porque para Alessandro sí lo es. Ella lo sabe, aun así lo ha hecho y encima no le dice la verdad ni al médico.
Ahora pon que estoy en una situación de vida o muerte. Si miento, me liberan. Si digo la verdad, me matan. Digo la verdad. ¿Me convertiría esto en una persona sincera? Sí, muy sincera. Aunque un poco gilipollas también.
Pero no dispersarse: la diferencia entre las tres situaciones es la presión. Por eso los concursantes repiten que "todo se magnifica". No es por la 'magia del programa', es por la presión y 'GH' es una olla exprés. Los roces de convivencia (en persecución de un premio, además), las repercusiones de sus actos fuera de la casa (sobre sí mismos y sus familias) y la incertidumbre por el futuro, que a lo peor te expulsan y terminas preguntando por nombres de chica que empiecen por 'A', en el Llama y Gana a las tres de la mañana.
Lo que quiero decir es que niego la mayor: Sindia y Sergio han cambiado menos que Jordi Hurtado, que duerme en formol o algo. Siempre han sido así, pero no lo sabíamos. Ni ellos mismos lo sabían, probablemente. No se sabe por las buenas si detrás del aspecto, del carácter y de la moral, una persona es cobarde, o generosa, o cruel, o rencorosa, o comprensiva… y la presión es la mejor forma de revelarlo porque convierte un error de trabajo sin importancia, en un error de despido, y los concursantes se revelan en sus acciones.
Sergio entró como una persona muy segura de sí misma, pero ha resultado lo contrario de lo que parecía. Muchas veces construimos nuestro carácter contra lo que somos verdaderamente, como Sergio (o como yo). Otras veces no, y la presión sólo acentúa a la persona, y decimos de ellas que "son lo que parecen", como Sindia. Sindia siempre ha sido así, pero ahora está aprendiendo cosas que antes no sabía.
Espero que la entrada y salida de Sergio no impida que se quede hasta el final.
La entrevista. Hoy la entrevista se merece su propio párrafo. Sergio, que no adivinaba las causas de su expulsión, enfrentado al machismo de sus vídeos y al confeti que lanzaba su suegra, se ha agarrado al argumento emocional: yo no digo que ponerse el tanga esté bien o esté mal, pero a mí me hace sentir mal, no me gusta.
Así, mal que bien, ha conseguido escaquearse de debatir sobre el machismo y mantener el tipo, pese a los vítores del plató, deseoso de bajar a la plaza del pueblo con las horcas en alto y las antorchas encendidas.
Contra todo pronóstico, es la segunda vez que MM se pone en modo gusiluz y se le escapa vivo un machista. Quiere preguntar, pero quiere también aconsejarles y abroncarles al mismo tiempo. Así que termina citando posavasos: "los celos son la tumba del amor", o se pone tautológica: Sergio, así no vas a ser feliz, porque así no vas a ser feliz, Sergio.
Ahora, criticar a Sergio por tocar el culo a las pardalas en el concurso de mises "como si estuvieseis en un puticlub"· (aunque las concursantes han accedido gratis y voluntariamente, y en gran medida, en plena posesión de sus capacidades mentales) después de haberle pedido a Cristian que le tocase una teta en directo, queda raro. Esperar que ahora, en respuesta al toqueteo de los muchachos, "ellas les toquen el culo a ellos", convierte el asunto en un debate tipo pues-anda-que-tú. Además, un comportamiento incorrecto, no se convierte en correcto si los demás hacen lo mismo.
La libreta del exminutante. Ha entrado a 'GH' Paquirrín, corazón de feriante. Momentáneamente, no preocuparse. Ha entrado a poner música. Se conoce que ahora es pinchadiscos y, por lo visto, hasta engendra sus propias canciones (e hijos). La letra de la canción estrella está compuesta por una sola frase que se repite con la insistencia que merece una síntesis tan asombrosa, capaz de esconder una filosofía vital, prácticamente: Que se quite el top. Hombre ya.