La sintonía de Gran Hermano sirve de base para la coreografía que los concursantes deben realizar para conseguir una recompensa. Les está quedando bien, pero tampoco se prodigan en florituras, alardes ni saltos triples con tirabuzón. Jorge, empeñado en hacerlo todo perfecto hasta el final, ha exigido molesto un poco más mimo y coordinación en esta prueba. Sin embargo, sus compañeros no están por la labor, por una doble razón: primero, que no les falta ni les faltará comida de aquí la final; y segundo, que deben adaptarse a la escasa movilidad y nula coordinación de Raquel López.
Como esta chica, de todos es sabido, es parca en palabras, ha sido su Don Quijote quien ha corrido en ayuda de su dama. Enfadadísimo, quizás sobreactuado, Pepe se ha enfrentado a Jorge. Tan sarcástico como siemore proponía que todos bailaran al mismo nivel, eso sí, siempre que no faltara las vendas y el betadine: "¡Lo hacemos todo todo y a tomar por culo!".
En ese momento Silvia agarró a su hombre y le leyó la cartilla en el jardín. Después de eso, volvió al salón infinitamente más calmado y conciliador: "Quitamos cinco pasos y ya está". Por suerte, también Pepe se había calmado para entonces y no hubo ninguna necesidad de que la sangre llegara al río. De hecho el madrileño admitió que se había excedido en el confesionario y ante la súper-suplente Ainhoa.