Cuando Terry fue a echar mano de su caja de bombones se llevo una desagradable sorpresa. Faltaban más de la mitad. Mosqueada, fue por la casa preguntando uno por uno si se habían comido alguno. Todos lo negaron. Alguno, como Marcelo, incluso le echó teatro al asunto preguntando por la forma y el color de las golosinas.
Posteriormente, en el confesionario, el malaguita rendía cuentas sus actos, y de los de su novia: "Los cogió Laurilla pero nos los comimos todos". Marcelo le quitaba hierro al asunto y justificaba su crimen diciendo que "hay que compartir" y que "tampoco es un bien de primera necesidad".
"¿Quién tuvo los cojones de meter la mano en mi caja y coger los bombones?", rugía Terry pese a que conocía muy bien la identidad de los culpables. Mientras, Laura y sus compinches se reían de su gamberrada y de la tinerfeña. "¿Os han sentado bien los bombones?", se burlaba la parleña.
La guerra está declarada y una fría venganza se prepara. Terry ha anunciado que sus enemigos van comer garbanzos la semana que viene porque no piensa hacer la prueba: "Yo tambien sé ser mala y perra. Yo al menos cuando he quitado lo he admitido. No voy a hacer la prueba y voy a coger la comida y la voy a lanzar pa´fuera. ¡Todavia no me conocen!"