Los ánimos estaban revueltos en Guadalix tras conocer el nombre de los nominados. A Indhira le habían salido fatal los cálculos y alguno de sus compañeros se había revelado ante su insistencia en que nominasen a Carol (Arturo le había confesado que le gustaba más que ella), así que el ránking se desbarataba ante el asombro de la malagueña, que salía disparada del salón en cuanto Milá desconectó la emisión.
La casa era a partir de entonces un hervidero en el que todos se preguntaban por los puntos que cada cual había disparado al vecino. En pequeños y medianos grupitos, los grandes hermanos debatían sobre quién de los cuatro nominados (Indhira, Arturo, Gerardo y Toscano) tenía más posibilidades de entrevistarse con Mercedes la semana siguiente. Uno de esos grupúsculos, el formado por Laura, Carol y Arturo (tumbado en la cama),
Falsa tú, zorra yo
"Podéis seguir hablando", decía una desafiante Indhira al entrar de pronto en el habitáculo, sin contar (o contando) con que la cántabra le siguiese el ritmo. "¿A sí?. Pues sigo: Resulta que me dices esta semana que hagamos las paces y que lo que me tengas que decir me lo dirás a la cara y me tengo que enterar ahora que has dicho a todo el mundo que me nomine", respondía, airada.
A partir de la réplica, los decibelios no hicieron sino aumentar. Tanto, que Tatiana decidió ponerse en medio mientras Arturo seguía tumbado en la cama, observando el debate sobre el Estado de la Nación. "¿Por qué siempre quieres el protagonismo?", argumentaba Carol. "Tú te estás haciendo la protagonista ahora", seguía Indhira. "Yo si te digo las cosas a la cara, tú vas diciendo por la espalda. Haces lo que se sale del rabo, que no tienes pero lo mismo te sale", lanzaba Carol, dando el pistoletazo de salida a la impulsividad máxima.
Regadío en Guadalix
"¡Mira la educada!. ¿Te enseño el rabo? ¿Quieres que te lo enseñe?", rebotaba Indhira mientras Tatiana hacía verdaderos esfuerzos por mantenerla alejada. Mientras, Carol se plantaba en seco frente a ella. En décimas de segundo, Indhira arrebataba el vaso que Tati tenía en la mano y le lanzaba a su contrincante el agua y los hielos del interior. Un par de "zorras" acompañaban el ademán.
Acto seguido, todos se arremolinaban alrededor. Saray se ponía también en medio. Indhira salía disparada hacia el salón. Carol se quedaba de piedra. Tatiana lo flipaba, primero por la rapidez del robo de su vaso y luego por el suceso en sí. Gerardo se quedaba boquiabierto y Arturo, el fecundador, seguía tumbado en el lecho.
Tras varios minutos de desconcierto, la organización llamaba a todos al salón. Indhira desaparecía hacia el confesionario y el resto, visiblemente nerviosos, seguían hablando en corro. Las elucubraciones iban en todas las direcciones, pero la mayoría en una posible represalia. Y no se equivocaron, el programa decidió expulsar a Indhira, tal y como en su día ocurrió con Gonzalo. Tras pasar varias horas hablanco con el psicólogo del programa, la malagueña abandonó para siempre la casa de Guadalix.