La concursante malagueña, Indhira, podrá ser joven pero no es tonta. La situación entre Carol y Arturo, por mucho barniz que le echen, no se le escapa: "Dice que no le gusta pero bien que le tontea. Y el otro, es un guarro. Y ahora como está peleado conmigo y necesita desahogarse con alguien ¿con quién? Pues con la que queda".
Es una psicología implacable la de esta mujer, que ha dado a la perfección con la definición del Don Juan patológico: "Si me puede follar a mí y encima tirarse a la otra, le sale la cosa redonda"
Otra cosa es que, pese a percibir la escena con claridad meridiana, tenga pensado perder los papeles: "Ahora se traen un tonteo. Y yo tengo que aguantar el tipo todo el día, pero aquí no me voy a poner a decirle: eres una guarra, deja a este tipo tranquilo".
¿Será envidia?
La cuestión es que Indhira se pregunta por qué extraño mecanismo Carol insiste una y otra vez en tontear con Arturo delante de su cara como si no hubiera pasado nada entre ellos dos antes: "Encima es una arrastrada, me ha visto meterme mano, estaba harta de vernos por el espejo. Creo que me tiene tirria o envidia".
Y lo mejor de todo es que Arturo, por lo que parece, por mucho conflicto o historieta que se esté desarrollando, todo indica que va a quedarse a dos velas como no cambien mucho las cosas: "No creo que vaya a ser capaz de liarse con Arturo aquí dentro aunque diga que le gusta. Así que el otro se va a quedar con todas las ganas, yo no le voy a hablar, y la otra cuando esté fuera que se lo tire, pero aquí no. O me va a ver los dientes".
"Pero será zorrona, cómo te puede dar igual con la otra persona viviendo en la misma casa y sabes que lo está pasando mal y te da igual... A él le da coraje que yo haya hablado con ella. quiere lo mínimo con él porque no le interesa tener mal rollo conmigo".
Venganza o templanza
Por lo demás, Indhira no sabe cómo reaccionar. No sabe si montarla, o dejar que la anuencia la monte por ella con sus llamadas para expulsar: "Yo he cortado con él para todo. Dormíamos juntos, comíamos juntos, se comió mis galletas, se comió mi tal... y ahora, nada. No hay nada. Nada más que odio... ¿Qué tengo que hacer con ella? ¿la cojo de los pelos y la arrastro por la casa? Es que como se lien la monto, no sé qué puede pasar. Por Dios, España, echadla, o echadle a él.