"El respeto y la confianza va mejor sin estar muy juntos, si podemos mantenerlo así y a la vez meternos malo, sería ideal", argumentaba el vasco en el confesionario minutos antes del suceso.
Más tarde, solos en la habitación, los metros se convertían en centímetros y los centímetros en milímetros. Primero una intensa mirada, luego un gesto de él al abrir sus sábanas y, después (que no por último) un pistoletazo de salida por todo lo alto. "¿Lo estabas deseando?", preguntaba Arturo en tono afirmativo. "Sí", respondía ella rotundamente.
¿Guardando las distancias?
"Una, dos y tres", contaban antes de meterse bajo una manta de invierno negra y blanca, en la que el calor aumentaba por instantes. Indhira, fiel a su costumbre, retransmitía el encuentro: "Tú sigue que te quiero tener dentro", "hazme lo que quieras", "sé que así te gusta, que es tu postura favorita" eran algunos de sus titulares.
Indhira se ponía irónica al acabar, cuando él reptaba sudoroso hacia el exterior de la manta, en busca de una brizna de aire fresco. "Voy a mantener las distancias con Indhira, para que así nos llevemos bien", decía parodiando la expresión mil veces repetida por el vasco.
"Te noto más delgado", bromeaba Toscano al verle dirigirse inmediatamente después hacia la ducha. "Polvazo bajo la manta", añadía cantando. "Estaba confuso, medio dormido", se excusaba el 'fecundador' mientras Carolina se reía. La madrileña también apostillaba algo que firma media población: "¿Otra vez? Yo ya no sé como explicar a las personas de España este tema".