Sofía acudió al confesionario y al abrir la puerta y ver a la madre de Albalá ahí se quedó petrificada. Pero el shock no le impidió sentarse a su lado sin saludarla ni acercarse a ella, alegando que era “consecuente” y acusándola de haber hablado mal de ella y no entender los motivos. Paz Guerra fue parca en palabras, pero no se cortó a la hora de contestar a esta acusación: “No puedes entender mi opinión porque nunca la he dado”.