La eterna controversia sobre la pizza con piña continúa siendo tema de debate en todo el mundo, dividiendo a los amantes de este popular plato entre defensores y detractores. Esta polarización no solo se limita a los comensales, sino que también se ha trasladado a los restaurantes, donde algunos establecimientos han adoptado medidas insólitas para desincentivar el consumo de esta peculiar combinación. Desde Inglaterra hasta España, estas acciones son el fiel reflejo la fuerte defensa de la autenticidad culinaria y, a la vez, ingeniosas estrategias de marketing.
La pizza hawaiana, conocida por combinar el dulzor de la piña con el sabor salado del jamón, nació en 1962. Su creador, Sam Panopoulos, un inmigrante griego en Canadá, decidió experimentar con ingredientes no tradicionales en su restaurante. El resultado fue una pizza que rápidamente se convirtió en un éxito comercial. Según Panopoulos, el nombre "hawaiana" proviene de la marca de piña enlatada que utilizó.
Aunque son muchos los que disfrutan de su mezcla de sabores, la pizza hawaiana ha sido objeto de todo tipo de críticas feroces. Incluso líderes políticos como el expresidente islandés Guðni Jóhannesson han llegado a declarar públicamente que, si pudiera, prohibiría la piña en las pizzas. Este debate cultural ha llevado a algunos restaurantes a tomar medidas drásticas.
En Norwich, Inglaterra, el restaurante Lupa Pizza decidió incluir la pizza hawaiana en su menú, pero con un precio exorbitante de 100 libras esterlinas (aproximadamente 120 euros). Esta medida, según Francis Woolf, uno de los propietarios, fue tomada para disuadir a los clientes de ordenar lo que él considera una "aberración". "Aborrezco absolutamente la piña en la pizza", declaró Woolf, quien ve esta decisión como una forma de educar a los consumidores sobre lo que considera auténtica cocina italiana.
El chef principal del restaurante, Quin Jianoran, comparte esta postura. Aunque disfruta de la piña en contextos como cócteles tropicales, y asegura que su lugar no está sobre una base de salsa de tomate y mozzarella. "Prefiero ponerle una maldita fresa que esa amenaza tropical", afirmó con ironía.
A pesar de las solicitudes iniciales de los clientes a través de la plataforma Deliveroo, hasta ahora nadie ha estado dispuesto a pagar esta desmesurada cifra. Sin embargo, la estrategia ha funcionado como una eficaz campaña de marketing, atrayendo atención mediática y generando debates en redes sociales.
En España, la Trattoria Pizzeria Calabrè, ubicada en Las Palmas de Gran Canaria, lleva años aplicando una medida similar. Este restaurante, reconocido por su autenticidad y su dedicación a la cocina italiana tradicional, incluye la pizza con piña en su menú a un precio simbólico de 100 euros. Para los propietarios, esta acción es una forma de proteger las tradiciones culinarias italianas, evitando la "profanación" de la pizza napolitana con ingredientes no tradicionales.
"Queremos que nuestros clientes disfruten de la verdadera experiencia italiana", declaró uno de los responsables de la trattoria. Según los comentarios en redes sociales y plataformas como TripAdvisor, esta política ha sido bien recibida por muchos, que ven en esta medida una defensa de la pureza gastronómica. Además, la pizza carbonara con nata también tiene ese precio, defendiendo la elaboración tradicional de la carbonara, que no incluye este ingrediente en el plato, aunque ese es otro debate.
El rechazo a la pizza con piña no es exclusivo de los restaurantes mencionados. En Italia, cuna de este icónico plato, el desdén por la combinación de piña y jamón es generalizado. Muchos italianos ven esta variante como un atentado contra su patrimonio culinario. En algunos casos, incluso se han incluido anotaciones humorísticas en las cartas de los restaurantes, como "incluye una cerveza para calmar al pizzero".
Sin embargo, los datos muestran que la pizza hawaiana cuenta con una amplia base de fanáticos. Según una encuesta de YouGov realizada en 2017, el 53% de los británicos disfruta de la piña en la pizza, mientras que el 41% se opone. Estos resultados reflejan cómo las preferencias personales y culturales influyen en el debate sobre la autenticidad de los alimentos.
De esta forma, queda claro que la pizza con piña es, y seguirá siendo, un tema divisivo en la gastronomía mundial, enfrentando a puristas y aventureros culinarios. Mientras algunos la celebran como una deliciosa combinación de sabores dulces y salados, otros la ven como un sacrilegio culinario. Sin embargo, lo que es innegable es que este debate ha trascendido el ámbito gastronómico para convertirse en un fenómeno cultural, generando discusiones apasionadas y estrategias creativas por parte de los restaurantes.
Ya sea como una declaración de principios o como una astuta maniobra de marketing, las iniciativas de restaurantes como Lupa Pizza y la Trattoria Calabrè reflejan cómo un simple plato puede ser el centro de un debate cultural global. Al final, la decisión recae en cada comensal: ¿te atreverías a pagar 100 euros para defender la piña en tu pizza?
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