A mediados del siglo XX en Italia se puso de moda un tipo de bebida sin alcohol, con burbujas y un toque amargo que se consumía en el aperitivo en lugar del vermú. Un tipo de bebida que en España tuvo su eco con el Bitter Kas. Nacido de la mano de la empresa KAS y su autor fue el doctor Hausmann, un farmacéutico especializado en plantas medicinales que era catedrático de la Universidad de Barcelona. Él fue el encargado de la fórmula del refresco. El resto es historia.
La empresa KAS nació en Vitoria cuando Luis Knörr Elorza decidió añadir la inicial de su apellido al nombre de la compañía de empresas y gaseosas que regentaba su familia, El As, apareciendo así por primera vez el nombre de KAS. Era 1956, una década antes de que surgiera el Bitter. Su origen norteño ayudó a que se consolidara en esa parte de España como la marca de refrescos más consumida. Algo que aún sucede a día de hoy.
Volviendo al Bitter Kas, que es de lo que aquí se trata, su mayor esplendor llegó a los pocos años de su aparición, entre las décadas de los años setenta y ochenta del siglo pasado. A pesar de que su mayor éxito se escribe en pasado no se puede decir que su presente no sea saludable, ya que sigue presente en los bares de toda España y es la marca líder del segmento del aperitivo sin alcohol.
Y es que aunque el Bitter cuente con infinidad de detractores por su sabor, no son pocos quienes disfrutan de esta bebida que tradicionalmente se ha relacionado con un público veterano, que conoció el auge de este refresco en su juventud y que lo consume desde entonces. Un perfil que desde la propia marca pretenden cambiar con campañas como la llevada a cabo bajo el eslogan ‘Old is Cool’ (lo antiguo mola).
La peculiaridad de este refresco hace que sea complicado que gane adeptos de manera masiva, pero de la misma forma es muy complicado que pase de moda. Sus fieles consumidores no le dejan de lado a la hora del aperitivo.
Esa quizá sea la pregunta del millón de respuestas. Su propio nombre indica que se trata de una bebida amarga (bitter en inglés es amargo), pero lo cierto es que tiene un toque dulce que no todos los paladares reconocen. Incluso hay quien es capaz de disfrutar de toques cítricos y de los matices suaves de los extractos de plantas, algo que, a quien esto escribe, le resulta imposible. Cuestión de paladares, supongo.
Lo que está claro es que nadie puede asegurar a ciencia cierta a qué sabe el Bitter Kas. Quizá porque sea un refresco con tanta personalidad que sabe a sí mismo. El Bitter sabe a Bitter.
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