En las últimas semanas la tasa de alcoholemia ha estado en el centro de la polémica ante la propuesta de ley para reducir la tasa del alcohol en sangre de 0’5 gramos por litro a 0’2 en todos los conductores y de 0’25 miligramos a los 0’1 miligramos de aire respirado. Esta ya ha sido aprobada por el Congreso, dando vía libre a Interior para preparar la reforma del artículo 20 del Reglamento de Circulación. Una decisión que, si bien un sector de la sociedad se ha mostrado en contra, otros la han recibido bien, incluso animando a reducirla totalmente a 0’0.
Ahora bien, ¿podría rebajarse la tasa de alcoholemia del todo hasta el 0’0? Ya hay varios países de nuestro entorno que mantienen una tasa de alcohol máxima en sangre de 0’2 gramos por litro, como Suecia, Estonia, Polonia o Noruega. Sin embargo, en otras zonas de Europa, como República Checa, Rumanía, Eslovaquia o Hungría la tasa es 0’0, es decir, no se permite ni una gota de alcohol al volante.
¿Podría darse la tasa 0’0 total en España? En principio, no debería. No porque se permita beber alcohol, sino porque existen determinados factores, como las comidas, que pueden influir mínimamente en tu tasa de alcoholemia, aunque lo que hayas bebido sea agua.
Muchas veces el alcohol es esencial en algunos platos, en concreto en determinadas salsas que llevan vino, cerveza o coñac y que hacen que se potencie su sabor. ¿Es peligroso utilizar bebidas alcohólicas en este tipo de platos? En principio no, pero tal y como cuenta Aitor Sánchez, dietista-nutricionista en el Centro de Nutrición Aleris, “puede ser un inconveniente para la población sensible”.
El experto subraya que “las cantidades de alcohol que suelen llevar los platos son mucho menores que las que obtendríamos con una bebida alcohólica”. Sin embargo, se desaconseja todo plato o postre que pueda llevar alcohol en aquellos “que estén tomando medicación, niños, embarazadas o mujeres lactantes”.
¿Por qué hay que tener cierta precaución con estos platos? El alcohol no llega a reducirse del todo y cuánto lo haga va a depender de diferentes factores, como la forma de cocinado, el tiempo que permanezca al fuego o si el cocinado se realiza con o sin tapa. Son muchas las variables que interfieren en ello, por lo que Sánchez recalca que, “cuanto más cocine y más alta sea la temperatura, menos concentración habrá al final”.
De esta manera, si a la hora de comer te ponen delante un plato que lleva una salsa que se ha cocinado con una bebida alcohólica y de bebida te has pedido agua o un refresco, no te extrañes si de camino a casa te hacen un control y, aunque no das positivo, sí que das un poco, dentro del margen permitido, dependiendo de la cantidad de alcohol con la que se haya cocinado.
Así, Aitor Sánchez recuerda que hay que tener en cuenta aquellas comidas que llevan alcohol, como pueden ser “salsas, postres, macerados con alcohol o fermentados, como la kombucha”, ya que esas dos copitas de vino que te has tomado y crees inofensivas pueden aumentar luego la tasa a la hora de soplar en un control.
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