En los últimos días más de uno se ha llevado las manos a la cabeza al ver algunos titulares que afirmaban que, según un estudio, los torreznos pueden ser más saludables que algunas verduras u hortalizas, como la coliflor o las zanahorias. Un hecho que, si bien muchos han acogido con los brazos abiertos, otros tantos lo han hecho con cautela ya que, como era esperable, un torrezno no va a ser más sano que cualquier verdura. La nutricionista Ana Molina nos ayuda a despejar todas las dudas sobre este tema.

El estudio al que se hace referencia es uno publicado en 2013 en el que se centraban en cómo afecta el ácido oleico (AO) a la salud. El AO, como explica Molina, es “un tipo de grasa no saturada, lo que llamamos grasa buena, que ayuda a contrarrestar los efectos nocivos de la grasa saturada que se pega en las arterias y que puede provocar enfermedades cardiovasculares”.

Dentro de las grasas no saturadas el ácido oleico es monoinsaturada, del grupo omega 9, bueno para nuestra salud porque “se consideran muy antiinflamatorias y cuenta con beneficios para el sistema inmune, lo que hará que nuestro cuerpo tenga más capacidad para combatir las enfermedades”, destaca la nutricionista.

El ácido oleico se encuentra principalmente en el aceite de oliva virgen extra, aunque también en otros productos como el aguacate e incluso en la grasa de cerdo, de ahí que se haya hablado de los torreznos como alimento saludable. Ahora bien, ¿que la grasa del cerdo contenga AO es suficiente para catalogar el torrezno como un alimento sano que introducir en nuestra dieta?

Tal y como la experta destaca sí, la grasa de cerdo tiene ácido oleico, pero detalla que lo tiene “en alrededor de un 30-38%, variando mucho en función de la alimentación del animal. Por su parte, en el aceite de oliva virgen está entre el 70 y el 80% sin ser variable, como en el caso del cerdo”. ¿Qué pasa con el resto de las grasas del cerdo? “Son grasas saturadas, así que buscar AO en el cerdo, teniendo el aceite de oliva o el aguacate, es un poco absurdo”, asevera.

Ana Molina también recuerda que el torrezno es un frito, un proceso de elaboración que transforma esas grasas en trans, que con un consumo prolongado en el tiempo puede fomentar el sufrir un cáncer, diabetes o enfermedades cardiovasculares. No solo eso, también apunta a que es una elaboración que de normal nunca comemos en casa, sino en bares o restaurantes en los que no controlas qué estás comiendo o la calidad del cerdo. “Por un porcentaje moderado de ácido oleico y alto en otro tipo de ingredientes nocivos para la salud es absurdo fomentar el consumo de torreznos”, afirma.

Comerse dos un día puntual no va a tener un gran impacto en nuestra salud, aunque si ya tienes colesterol u otras enfermedades hay que tener cuidado “y evitar determinados alimentos con un alto contenido en sal, grasas saturadas y trans”.

Tampoco considera lógico que el torrezno sea comparado con determinadas verduras y hortalizas, que ya de por sí recalca que no se consumen todas las que se deberían. “Se están comparando alimentos que no tienen nada que ver. Si vas a comparar cómo de saludable es el consumo de torreznos por su contenido en AO hay que hacerlo con aquellos alimentos que tengan AO, no con los que no tienen este elemento, pero sí muchos antioxidantes beneficiosos para la salud. Es una barbaridad comparar alimentos con composición nutricional tan diferente. Si se hace debe ser con el aceite de oliva y ahí no hay duda: el aceite de oliva virgen extra es infinitamente mejor”, concluye la nutricionista