Donald Trump vuelve a la Casa Blanca, esta vez como 47º presidente de Estados Unidos. Una toma de posesión que se celebra este lunes 20 de enero cargada de una gran expectación y tensiones políticas.
Junto al político regresa como primera dama su esposa, Melania Trump, que está dispuesta a 'renovar' su imagen con "más experiencia y mucho más conocimiento" que la anterior vez, tal y como ha asegurado.
Lo cierto es que la relación de Melania y Donald ha sido una de las grandes incógnitas que rodea al magnate. Especialmente ahora, ya que su victoria ha vuelto a poner a su mujer en el foco mediático.
Melania Knauss llegó a ser primera dama por primera vez en 2017, siendo todo un misterio y sucediendo a Michelle Obama, quien había dejado el listón muy alto atendiendo problemas como la pobreza, la mejora de la educación y la lucha contra la obesidad infantil.
Cuando Trump ganó su primera presidencia, ella llegó a mostrarse reticente a seguir algunas tradiciones de las primeras damas que la precedieron. En un primer momento no se mudó a la Casa Blanca y se quedó en Nueva York con su único hijo Barron -quinto del magnate-.
Calificada por los medios e incluso por personas de su entorno como una mujer "enigmática", fue una "primera dama no tradicional" que "no aceptó los protocolos y expectativas previamente establecidos con respecto a las primeras damas", ha afirmado la historiadora Heath Hardage Lee a Efe.
Prefirió centrarse en su familia y tener una imagen mucho menos pública que las anteriores primeras damas, pronunciando menos discursos tanto en la Casa Blanca como durante la campaña electoral y priorizando su vida privada por encima de sus deberes como esposa del presidente.
Según la profesora de Comunicación en la Universidad de Boston y experta en primeras damas, Tammy Vigil, su principal legado fue "romper con la tradición". "Su ruptura con algunas convenciones en lo que respecta a las primeras damas contemporáneas abrió oportunidades para que las futuras primeras damas tal vez sean menos criticadas por tomar sus propias decisiones sobre cómo y cuándo cumplir con las expectativas del papel", ha añadido a la mencionada agencia de comunicación.
Con esta segunda oportunidad, muchos se preguntan si cambiará de de actitud acompañando al presidente en sus viajes de estado y apostando por una nueva estrategia o si seguirá estando ausente en este segundo mandato. Todo parece apuntar a que optará por la primera opción.
El pasado lunes 13 de enero subrayó que estaba emocionada por volver a la Casa Blanca y "servir al país" tanto aconsejando a su marido como con su proyecto para mejorar la salud mental de los jóvenes.
La exmodelo eslovena fue entrevistada en el canal Fox con motivo del documental que Amazon Prime -llega a finales de año- prepara sobre su regreso y que mostrará su día a día y sus responsabilidades. "Mi primera prioridad es ser madre, ser primera dama, ser esposa y, una vez estemos dentro el 20 de enero, servir al país", manifestó.
De hecho, tras el anuncio del documental y el lanzamiento de sus memorias hace unos meses, cree que ahora cuenta con más apoyo que hace ocho años. "Quizás la gente no me aceptaba, no me entendía como quizás hace ahora. No tuve mucho apoyo. Algunos quizás me ven solo como la esposa del presidente, pero me levanto sola, soy independiente, tengo mis propias ideas y mis síes y noes, no siempre estoy de acuerdo con lo que mi marido dice o hace, y está bien".
También adelantó que retomará el proyecto de mejora de la salud mental de los jóvenes 'Be Best' y que se centrará en el impacto de las "redes sociales" en la juventud.
Durante las últimas semanas, el regreso de Melania a la residencia oficial del presidente de Estados Unidos era una incógnita. De hecho, fuentes cercanas a la pareja sugerían que no tenía intención de mudarse, optando por seguir viviendo probablemente en su residencia en Mar-a-Lago, Florida.
Su ausencia en algunos de los últimos actos de su marido también puso en duda su futuro en Washington. Una incertidumbre que la propia exmodelo resolvió, afirmando que su plan sí era acompañar a su esposo y residir de nuevo en la Casa Blanca, viajando cuando sea necesario a Nueva York, donde ahora estudia su hijo.
Sin embargo, habrá que ver si deciden compartir habitaciones o dormir en habitaciones separadas, lo que según algunos expertos ya ocurrió en el primer mandato.
Michael Wolff, en 'Fire and Fury: Inside the Trump White House', declaró que Melania "encontró la Casa Blanca irritante e incluso un poco aterradora". "Se retiró a su propio dormitorio, la primera vez desde la Casa Blanca de Kennedy que una pareja presidencial había mantenido habitaciones separadas".
Aunque Trump criticó posteriormente el libro, calificándolo de "realmente aburrido y mentiroso" en X, anteriormente conocido como Twitter, muchas fuentes cercanas y medios estadounidenses pudieron confirmar que cada uno tenía su propia habitación. En el libro 'Free, Melania' de Kate Bennett, la escritora destacaba que Trump dormía en la suite principal de la Casa Blanca, mientras que Melania tenía su propia suite de dos habitaciones en el tercer piso, donde antes se alojaba la madre de Michelle Obama, Marian Robinson.
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