Tirso y Gladys ya no pueden ocultar lo que sienten. Tras otro beso en la puerta de la casa del ferretero, Gladys entra y pasan la tarde juntos.
Entre mimos, arrumacos y besos, la pareja se despierta tras una larga siesta en la cama de Tirso. Su relación ha dado un paso más y parece que quieren intentarlo. La vecina se despide con un "dejamos algo para después, papito", le susurra.
Justo antes de irse, Gladys se encuentra con Jimena, quien no se esperaba encontrarse con ella y menos sin la camiseta puesta. Tirso no entiende cómo siempre su hija se deja las llaves y justo hoy no.
Jimena no quiere hacerle muchas preguntas después de protagonizar este momento tan vergonzoso de su padre.