Aunque la meditación ha sido practicada durante miles de años para lograr un estado de calma, serenidad y claridad mental, ha sido, fundamentalmente en este siglo, cuando se han podido demostrar (con abundante evidencia científica), sus posibles beneficios sobre la salud física y mental.

Su capacidad para reducir el estrés o el dolor crónico y mejorar la calidad del sueño, nuestro sistema inmune y hasta nuestro estado de ánimo, ha disparado su práctica y su popularidad entre personas de casi todas las edades y condición. Bien con el nombre de meditación, mindfulness o “atención plena”, cada vez son menos los que ni siquiera han intentado, por lo menos una vez, sumarse a este saludable hábito.

Hoy, en Enphorma Psicología, veremos las claves para persistir y ser constantes en la práctica de esta disciplina, repasaremos sus beneficios más relevantes y resolveremos algunas dudas en torno a ella.

Pues es un proceso de autoconocimiento, que implica enfocar la atención en el momento presente, observando nuestros pensamientos, emociones y sensaciones pero sin juzgarlas. Meditar nos permite acceder a nuestra esencia, conectar con una sensación de paz y vivir en armonía con nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Su práctica, requiere compromiso y mucha paciencia, pero sin duda nos puede aportar un mayor bienestar físico, mental y emocional.

Es algo que no se puede forzar, la experiencia de meditar surge cuando nos liberamos de las distracciones y los apegos mentales. No se trata de controlar nuestra mente sino de aceptar, soltar y dejar ir.

Pero repasemos algunos de sus beneficios más destacados y ampliamente respaldados por la ciencia. Como decíamos antes:

Por un lado, están las personas que ni siquiera lo han intentado y no es por falta de tiempo (todos tenemos 5-10minuros al día y si no, algo debemos cambiar urgentemente), normalmente, es por falta de motivación, bien por no estar convencidas de sus beneficios, o porque no lo sienten como algo necesario en su vida, o no se ven capaces por las razones que sean.

 Por otro lado, las personas que lo intentan pero no consiguen establecer el hábito y ser constantes, veamos por qué pasa esto para ponerle remedio.

En teoría se diferencian en cuanto al enfoque y su propósito. La meditación se enfoca más en la concentración para aquietar la mente y lograr la calma y el mindfullnes, en ser conscientes del momento presente mediante la observación curiosa y abierta, aceptando lo que ocurre y sin juzgarlo. En la actualidad y en la práctica es difícil diferenciar porque hay muchos tipos de meditación y en muchas de ellas se incluyen elementos del mindfulness.

En definitiva, ambas buscan una mayor conexión con uno mismo y con el mundo que nos rodea, si bien el Mindfulness parece que tiene mejor adaptación a las necesidades de la cultura occidental, por ejemplo no requiere de ningún lugar específico o postura especial para practicarlo.

Otras dudas que hay al respecto tienen que ver con:

¿Se necesita experiencia? Pues obviamente no

¿Cuánto tiempo se necesita al día? Se puede empezar con 5-10minutos, lo más importante es ser constante y no desesperarse.

¿Cuánto se tarda en obtener beneficios? Depende de cada persona, de cómo y con qué constancia realice su práctica. Hay algunas sensaciones que pueden experimentarse a las pocas semanas y otras vendrán con la experiencia.

¿Se puede hacer en cualquier lugar? En el Mindfulness en concreto, no es necesario un lugar específico ni una postura concreta más allá de que uno esté lo suficientemente relajado, puede ser sentado en el trabajo o en el transporte público o tumbado en la cama por ejemplo (si no tenemos tendencia a quedarnos dormidos.. claro está!).