Tras pasar la primera noche en la ermita y someterse a intensas entrevistas, los nuevos habitantes de Peñafría acuden ansiosos al reparto de casas. No todas las casas están en las mismas condiciones y todos intentan convencer al Alcalde de que les dé un buen hogar, especialmente Moncho, quién está convencido de que la mejor casa del pueblo va a ser para él y de ahí al pelotazo inmobiliario hay un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, el reparto no reparte suerte para todos y a Juanjo y Amaya les toca la peor casa de todo el pueblo. Una casa que ni se acerca al chalecito de tres plantas que les ha tocado a los hippies.