Entre el 3 y el 5 de enero, Raúl Díaz recorrió nada menos que 1.348 kilómetros para deshacerse de los restos carbonizados de su mujer Romina Celeste a la que previamente había quemado en la barbacoa familiar. Para intentar que su maniobra pasase desapercibida y no ser descubierto por la policía, el presunto asesino de la paraguaya se desplazó a diferentes lugares donde depositó en bolsas de plástico las partes del cuerpo de la fallecida.
Según su testimonio, el marido de Romina alquiló un coche y se desplazó desde su domicilio situado en la urbanización El Palmeral hasta la zona volcánica de Los Ancones donde tiró parte de su cuerpo a un contenedor, como el mismo relata. "Introduje los restos en una bolsa de basura y las tiré en un contenedor que se encuentra en la entrada del camino de tierra en Los Ancones, el resto lo dejé en casa", declaró.
Más tarde condujo 50 kilómetros hasta una zona de acantilados conocida como Los Hervideros. "En ese sitio hay un muro de mirador, apoyé la bolsa, y finalmente tiré los restos de Romina al mar y esperé a que cayesen al agua", confiesa. Sin embargo, los operativos de búsqueda no consiguieron hallar restos de la fallecida en dicha zona.
Su último viaje fue de vuelta a casa. Hizo una parada en la urbanización Los Lirios donde se deshizo de los últimos restos. "Tiré el resto de bolsas en un contenedor de basura que está en la entrada de la urbanización Los Lirios, de Tías", explica. "Allí me quité la ropa que llevaba, vaqueros, camiseta y unas zapatillas azules. Es la ropa que vestía cuando quemé y embolsé los restos de Romina en casa".
El hijo de 4 años de Romina Celeste, viajará esta semana a España para cotejar su ADN con los restos biológicos de la víctima.
Dos días antes de su asesinato, Romina Celeste acudió a las urgencias del hospital Doctor José Molina Orosa de Arrecife tras recibir una brutal paliza de Raúl. Sin embargo, tras 30 minutos en la sala de espera, Raúl la convenció por teléfono para que se marchara con él. Según el sumario, de 600 páginas, ambos fueron a casa de unos amigos. Allí, tal como relata el periodista de 'La Provincia' Domingo Rivero, ella mostró sus moratones y heridas a los amigos de la pareja, que amenazaron a Raúl con denunciar si volvía a suceder lo mismo. Momento en el que el presunto asesino se arrodilló y dijo que jamás volvería a pasar. Posteriormente pidió a sus amigos, desde el móvil de ella, el nombre de un analgésico. Dos días después, Romina sería asesinada.