A las afueras de Barcelona, en Montcada i Reixac, los vecinos viven atemorizados y con miedo de que les roben su domicilio. En una de las calles del municipio se vive una situación insólita en nuestro país ya que hay más okupas que propietarios en las viviendas.
Nuestro reportero ha acudido a la calle en cuestión, ha grabado los alrededores y las zonas más conflictivas por la okupación. Las quejas de los vecinos siempre van en la misma dirección, declaran estar "hartos" y una de ellas, en pleno directo, explica con la voz rota: "Tengo miedo, no puedo pagarme una alarma".
Una de las okupas nos ha dejado entrar en su domicilio, nos ha mostrado los detalles de su cuidada vivienda y ha explicado a Ana Rosa cómo consiguió adquirir la casa. La mujer, sin dar la cara, explica que ella entregó "6.000 euros a un intermediario" y este simplemente le dio las llaves de la casa y les dejó entrar.
"Este hombre nos dijo que habían fallecido los propietarios de la casa y que no había ningún heredero", explica la okupa. A partir de ahí, y tras desembolsar la cantidad económica, su familia pasó a poseer una casa que no piensan abandonar bajo ningún concepto.
La cosa no queda ahí, la protagonista explica que "me he gastado unos 20.000 euros en reformar la casa", puesto que los okupas han cambiado los techos, han reformado la instalaciones de agua y luz, han pintado el domicilio... "vamos, todo nuevo", matiza.
Los okupas se defienden en no tener dinero para pagar un alquiler y exigen unos precios de la vivienda dignos: "Los alquileres te cuestan 700 u 800 euros, si pusieran los precios a 150 o 200 euros no habría okupación". Sin embargo, los mismos son capaces de desembolsar casi 26.000 euros para adquirir y reformar una vivienda que no es suya.
El reportero, al acudir a uno de los portales okupas, se ha cruzado con el 'maestro de llaves'. Esta persona ha pedido en todo momento que no le graben las cámaras, se ha puesto tenso y ha llegado a amenazar a nuestro compañero: "Prefiero que te vayas, si hablo con alguien es con los Mossos". Finalmente, para evitar problemas, el periodista ha tenido que abandonar el barrio y hacer caso a los okupas.